Revista Comunicación
LOVING VINCENT
data: http://www.imdb.com/title/tt3262342
Muchas veces hemos postulado en esta página que el cine, gracias a los adelantos tecnológicos, ha gastado las imágenes. Es difícil imaginar (no ya lograr), una imagen que nos sorprenda lo suficiente como para hacernos decir “¡no puede ser lo que estoy viendo!”. Esa idea nos quedó flotando cuando vimos como la crítica recibió muy tibiamente a “Loving Vincent”. En otros tiempos, “Loving Vincent” hubiera sido un boom comercial y de crítica apoyada exclusivamente en sus logros visuales. Una película en la que cada fotograma es una pintura al óleo; más aún, cada cuadro es una pintura al óleo al estilo Van Gogh. Adentrarnos en el mundo de Van Gogh, ver el mundo como él lo vio y animar ese mundo, verlo desarrollarse con sus propias reglas de color y perspectiva.
Bueno, “Loving Vincent” pasará, seguramente, como esas joyas ocultas que llegan, brillan para unos pocos y se apaga lánguidamente. Una película (y una idea) que llegó décadas después, cuando el público está anestesiado con una capacidad de sorpresa menoscabada. Es una pensa que “Loving Vincent” cargue con el peso del contexto porque no solo merece verse: merece verse en pantalla grande en el mejor cine que tengan a mano.
Lo que empezó como la filmación de un corto para la polaca Dorota Kobiela se transformó en un largo. Y la decisión implicó trabajar en otra escala, un nivel tal que terminó agotando la oferta de pintores en Polonia y Ucrania. La difusión por You Tube del proyecto atrajo a más de cien artistas que pintaron las imágenes de esta película, a partir de secuencias grabadas con actores reales. Para darse una idea de la magnitud de la empresa, fue necesario pintar más de 65 mil cuadros de 70x51 cm.
“Loving Vincent” no cuenta la vida de Vincent Van Gogh sino que la película empieza tras su muerte. Armand Roulin recibe un encargo de Joseph, su padre, cartero de Arlés: entregar, a Theo Van Gogh, la carta que su hermano Vincent escribió días antes de suicidarse. A tal fin, Armand se desplaza al vecino pueblo de Auvers donde Vincent Van Gogh pasó sus últimos días y contacta a las personas que interactuaron con él para develar una pregunta: ¿por qué se mató Vincent Van Gogh?
La película se transforma en un thriller light, casi una investigación policial, que examina la tesis de que Van Gogh no se mató sino que fue asesinado (la teoría de Steven Naifeh y Gregory White Smith en el libro “Van Gogh: la vida”). El guion no tiene grandes hallazgos. Pero sí llama la atención que Armand interroga a los personajes que verdaderamente tuvieron trato con Van Gogh días poco antes de su muerte, personas que fueron retratadas por el pintor y son esas pinturas las que cobran vida en la pantalla.
Ése es el corazón de “Loving Vincent”, el gran hallazgo: la recreación fiel del estilo de un artista, el cuidado por los detalles y por la investigación histórica. Al principio, cuesta engancharse en la verosimilitud de ese mundo al óleo. Pero cuando rompemos la convención, nos deslizamos en el interior de los cuadros de Van Gogh y reconocemos el mundo que él vio e interpretó de un modo personal y único. Ése mundo que está intermediado por el artista cobra vida y entidad propia.
Hay otra idea principal en “Loving Vincent”: el protagonista está preocupado (como muchos de los personajes) en saber cómo murió Vincent Van Gogh. Pero la muerte es lo menos importante. Lo verdaderamente importante, es la vida del artista. Y como dice Van Gogh en una frase, su vida está en sus pinturas. Como un gran acertijo policial, el asesino está siempre a la vista, en primer plano. No importa tanto saber quién disparó la bala que terminó con la vida de Vincent Van Gogh. Lo único que importa son cuadros.
Y ahí volvemos a la pregunta del principio: ¿no habremos gastado la imagen de Van Gogh, en tantos años de posters y fundas para celulares? ¿Cómo recuperar esa visión ingenua, despojada de toda referencia contextual, del primer Van Gogh visto? “Loving Van Gogh” puede ser un buen modo de recuperar esa visión primigenia, hoy perdida.