Se mire como se mire la entrevista Sánchez-Torra es un triunfo para el independentismo y una humillación para el gobierno. El estrafalario catalán llega provocando con su lazo desafiante, desprecia al Rey ante el Presidente del Gobierno y no renuncia a la independencia de su República (¿hay quién dé más?)
Está bien construir bonitas metáforas y hablar de “recorrer juntos el camino” o acudir al lenguaje vacuo y engañoso para mencionar el diálogo; pero hay que aclarar a dónde conduce ese camino y los temas y límites del diálogo.
¿Qué pretende un presidente socialista? ¿De verdad cree posible un acuerdo con el títere del vengativo Puigdemont? ¿Merecen las concesiones que van a recibir? ¿Beneficiará esta farsa al PSOE?
Y Sánchez, fiel a su palabra, consultando a los militantes.