Revista Cultura y Ocio

Vangelis - Beaubourg (1978)

Publicado el 03 febrero 2019 por Syntheticman @vozdelosvientos
Vangelis - Beaubourg (1978)
Después de hablar de “Spiral” en la entrada anterior y de la llegada del Yamaha CS80 a la vida de Vangelis, creemos que no habrá un momento mejor para tratar aquí el siguiente disco del griego: uno de los más controvertidos de su carrera pero también uno de los más fascinantes. Resulta muy complicado defender un disco como “Beaubourg” cuando su propio autor lo define como “una mierda que no entiende cómo alguien puede tomarse en serio” pero hay tantos ejemplos de discos así y de declaraciones similares por parte de sus creadores que no podemos dejar que nos condicionen en exceso, máxime cuando anteriormente, las palabras del compositor sobre esa obra tenían un tono muy diferente.
Ya sabemos que una de las características principales de la música de Vangelis es la espontaneidad. El músico griego es muy poco partidario del trabajo en el estudio, de los retoques, de los cambios, de trabajar los arreglos... de todo aquello, en fin, que distorsione la forma inicial con la que una composición le viene a la cabeza. En un texto promocional de uno de sus discos de los ochenta afirmaba que “funciono como un canal a través del cual la música emerge del caos del ruido” y para muchos de sus seguidores, “Beaubourg” es el primer disco en el que aparece este tratamiento directo de la música según se le va ocurriendo a su autor. Quizá no termina aún de distinguirse demasiado del ruido, dirán algunos de forma malintencionada, pero eso es algo que trataremos de analizar a continuación.
Como ya dijimos, Vangelis prácticamente acababa de empezar a trabajar con el sintetizador Yamaha CS80, máquina entre cuyas características había una que le hacía particularmente atractiva para nuestro teclista: su expresividad. Se trata de un aparato que permite al intérprete multitud de posibilidades de manipular el sonido conforme lo va generando pareciéndose en eso mucho más a un instrumento acústico de toda la vida que a una máquina electrónica. En palabras del músico: “en su momento el CS80 no fue un sintetizador muy popular y lo compró muy poca gente porque para tocarlo, necesitabas aprender a tocarlo. Exactamente igual que para tocar un instrumento acústico. Tú puedes saber tocar un teclado y con ello podrás interpretar un sintetizador pero para tocar un CS80 tienes que aprender a tocar un CS80. En aquel tiempo muy poca gente tuvo la paciencia y las ganas de aprender a tocar un instrumento desde cero”. Si juntamos esa capacidad del aparato con el deseo de Vangelis de plasmar de forma casi inmediata todo aquello que se le ocurre, entenderemos mejor por qué “Beaubourg” es como es.
Después de publicar “Spiral”, la relación de Vangelis con su discográfica, RCA, estaba algo deteriorada. El músico no terminaba de estar satisfecho con el trabajo de promoción del sello y, por su parte, ellos le pedían una música más fácil de vender. Una de las cosas que disgustaba a Vangelis era la falta de reconocimiento, no hacia su música en concreto sino hacia el estilo de música que practicaba en general. No entendía que sus discos aparecieran en las tiendas junto a trabajos “pop” mientras que las obras que disfrutaba la intelectualidad de la época acaparaban las secciones de música clásica. Con “Beaubourg”, Vangelis pretendió demostrar que él también podía hacer música sofisticada y, si se quiere ver así, incomprensible. En aquel entonces, el compositor griego tenía un apartamento en París en el que solía pasar las vacaciones. Estaba muy próximo al Centro Pompidou, museo inaugurado poco tiempo antes, en enero de 1977. El edificio, obra del entonces casi principiante Renzo Piano, era muy rompedor para la época, con una estructura exterior que lo hacía parecer cubierto de andamios, se convirtió en uno de los primeros museos-obra de arte, siendo muchos los visitantes que acudían a verlo interesados tanto en la propia arquitectura del edificio como en las obras que albergaba. Aunque “Beaubourg” es, en realidad, el barrio en el que se aloja el museo, éste ha terminado por ser conocido también por ese nombre.

Vangelis - Beaubourg (1978)

El Centro Pompidou, también conocido como "Beaubourg"


Aquí, las versiones de los hechos por parte de Vangelis, son contradictorias. En la época del disco, el músico parecía admirar tanto el edificio como las vanguardias artísticas de aquel momento y declaraba que su disco era un intento de “ingresar” de algún modo en ese reducido mundo de la “alta cultura”. Más recientemente, sus declaraciones van en una linea completamente opuesta: en una entrevista de 2016 y preguntado por “Beaubourg”, el disco, el músico contestó: “No puedo entender como es posible discutir y tomarse en serio una monstruosidad arquitectónica como el Centro Pompidou que me llevó a crear otra monstruosidad, “Beaubourg”, que jamás me tomé en serio y del que nunca me he sentido orgulloso en absoluto así que no sigamos hablando de esa mierda”.

Acerca del disco en sí, hay muy poco que comentar. “Beaubourg” es un trabajo casi por completo improvisado con el Yamaha CS80 aunque no es el único instrumento utilizado. Una larga pieza dividida en dos partes, una por cara, sin mucha relación con nada de lo que Vangelis había hecho en el pasado. Largos silencios, melodías o muy cortas o inexistentes, sonidos inconexos... a primera vista, una extravagancia que justificaba muchos comentarios de los seguidores de la época que veían claro que era un trabajo que buscaba poner fin al contrato del músico con RCA, entregándoles una obra impublicable. Sin embargo, tenemos que decir que, con el tiempo y las sucesivas escuchas, “Beaubourg” nos ha terminado por parecer un disco fascinante. Todos esos sonidos que parecen seres vivos evolucionando de forma caótica en toda la pieza, la labor de exploración tímbrica realizada por Vangelis y, por qué no, su atrevimiento al lanzar algo así, han terminado por hacer de este trabajo una referencia extraña a la que volvemos periódicamente, con escuchas más frecuentes incluso, de las que solemos dedicar a otros trabajos más accesibles y populares de su autor.

Sobre la diversidad de opiniones del propio Vangelis sobre esta obra, no tenemos muy claro con cuál quedarnos. Nos parece evidente que el Vangelis de 1978 no pensaba en modo alguno lo que el Vangelis de 2016 declara sobre el disco. La prueba es que en 1979, el músico llegó a dar uno de los escasos conciertos que ha ofrecido en su carrera para presentar el disco en París. Incluso antes de eso había ofrecido otro similar en Londres en el que buena parte del programa era música muy similar a la de “Beaubourg” lo que hace poco creíble la versión del artista que afirma que esa música era una monstruosidad que nunca se tomó en serio. Si nos centramos en hechos más recientes, podemos ver como cuando el sello Esoteric Recordings reeditó los cuatro discos de la etapa de Vangelis en RCA (“Beaubourg” incluido), contó con la autorización y la supervisión del propio músico para la remasterización de los mismos lo que sugiere que la opinión del artista sobre este trabajo no debía ser en modo alguno tan negativa como se desprendía de la entrevista antes citada.
Si el lector es aficionado a la música más popular de Vangelis, habitualmente incluida en recopilatorios de todo tipo, debemos prevenirle: “Beaubourg” no tiene nada que ver con todo eso. Si no le importa pasar un rato sumergido en una obra complicada, árida y en las antípodas de lo que uno espera cuando le hablan de Vangelis, entonces le recomendemos que le de una oportunidad a un disco raro pero que tiene un atractivo muy especial que no terminamos de explicarnos pese a haberlo escuchado en multitud de ocasiones.

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