Está visto que la arrogancia siempre está acompañada de la vanidad.
Pero estamos acostumbrados a que la soberbia y el engreimiento son inseparables de la condición humana.
Convendría afanarnos en el abatimiento (siempre con palabras y argumentos) de las personas que se jactan de dicha vanidad.
Aunque las más de las veces, son fantasías de quien presume de dicha vanidad.