Revista Cultura y Ocio

Vanidad: ese espejo que siempre devuelve una imagen sedienta de aprobación.

Publicado el 30 mayo 2025 por Ispamaga @is_ma_ga
Vanidad: ese espejo que siempre devuelve una imagen sedienta de aprobación.

Leí un artículo que me dejó pensando: ¿Cuánto de lo que hacemos lo hacemos realmente por nosotros? ¿Y cuánto lo hacemos para que otros nos aplaudan?

Desde las pirámides del Antiguo Egipto hasta los algoritmos de Instagram, la vanidad ha cambiado de rostro, pero nunca ha abandonado el escenario. Antes eran coronas; hoy, son likes. Historias de 15 segundos, selfies con filtros, y logros convertidos en contenido.

Pienso en El retrato de Dorian Gray, sí, pero también en Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enriquez, donde los cuerpos arden para no seguir siendo objeto. En La urgencia de Paul B. Preciado, donde se desmonta el régimen de verdad que nos dice cómo lucir, cómo ser. En Los ingrávidos de Valeria Luiselli, donde la identidad es una voz que se escapa, y en Claus y Lucas de Kristof, donde la imagen de uno mismo se construye a fuerza de trauma, de supervivencia sin testigos. Incluso La sociedad del cansancio de Byung-Chul Han, donde el espejo ya no es de plata, sino de productividad.

A veces me sorprendo corrigiendo mis palabras en redes no porque no sean ciertas, sino porque no suenan “bien”. Como si todo lo que dijéramos necesitara branding. Como si sentir también tuviera que tener un tono curado.

Y entonces, entre tanto ruido, me doy un respiro. Escucho a Rosalía a Lana del Rey. Incluso a Billie Eilish, cuando canta “I don’t wanna be you anymore”. No son solo canciones: son declaraciones de una generación que se sabe mirada, y que juega con eso. Que a veces se rompe, a veces se exhibe, y a veces simplemente se retira.

La vanidad no es el problema. El problema es cuando no sabemos quiénes somos si no hay público. Si no hay algoritmo. Si no hay reacción.

Tal vez deberíamos volver a escribirnos a mano. No para mostrárselo a nadie. Solo para recordar cómo se ve nuestra letra cuando nadie la juzga.


Volver a la Portada de Logo Paperblog