Revista Literatura

Vanos de la hipótesis

Por Eclides
Revivo lo muertoque adueña de la mente.Y nacen dentro de míun par senos periféricos, que luegode mamarlos y morderlos sin cansancio…derramaron de la imaginación
un sabor de miel de sangre por mi boca.
Así, huelló la existenciacon la profundidad de la desnudez…así, quedó el destino embutido en la vejez de nuestra carne.
Y te recuerdo maldita piel de bella mujersin contar con las letras de tu nombre, ya aquel,
apuntalado en uno de los cientos de delirios,fue en el paraíso cercano a la impotencia,algo de lo que no debía ser… y es en lo que fue...
al quedar guardado tu cuerpo para siempre
en el secreto de tu nombre.Vanos de la hipótesis Lo siento por ti, las décadas pasaron...
ahora estamos ya tan viejosoh!… sí, por cierto por lo feroz que tiene Dios.Cuando vamos tendiendo nuestro cuerpo, será la piedraque cada vez es más calcárea,o será una construcción de barro, para un sendero ilusorioque nunca se detendrá en lo eterno.
Ya te dije en el pasadoque el retraso del tiempoes un torcido cuello de pájaroen el desenterrado atardecer...sí tú me regalabas un beso.
Ya te dije cuando el trueno es un mutante del silencio.
Que la situación de desamparo de la belleza,es pasión para olvidar de que nosotrostambién somos, parte maquiavélica en el gran mecanismo que aviene,
con la intimidad de la lluvia, la que nunca podrá ser ni al principio ni al final,ni un pilar para el sueño. Feliz es la pura intimidad,pasea en la desgracia temporal de nuestro cuerpo.
Ya te dije que la realidades únicamente un camposanto en los recuerdosy que nuestra vida es un métodopara olvidarnos de que todo es automáticamente ... parte indeseada en otro sueño.
Más no importó que nuestra presencia sea exclusivamente esto. Pues, desde aquel día,y desde los siguientes que fueron unos fieles perroshusmeando amadas huellas, o escarbandopara encontrar su propia vida en los huesos.
Más no importó, nada importó bajo el puñal de la lunacuando los días nos revelaron con su largo aúllo, pues
nosotros descubrimos que el gemido del sueño,
es nuestro amor sin bostezos, sin propósitos,sin esclavitud siquieraen la realización de una esperanza.
Nuestro amor sin bostezos, un grito perfecto lanzado a la cueva donde residía Dios.Un blanco espacio de placerque nunca pudo él describir con sus palabras,una resonancia grabada para siempreen la grotesca pared de sus silencios.Allí donde el ahora, es el camino sin rumboen la oscuridad infinita.
Este fue el comienzo y este sería el final.Desde aquel entonces, tu cadáver de amortatuó su espalda... despertaste al Dios por un momento.
La salamandra de la verdadno está más enterrada en mi memoria...trepó por el corazón e hizo de míun pájaro de fuego sin destinos…e hizo de mísin las abruptas deseadas existenciasque aun supuestamente nos esperan,  un hito místico... por aquí descubrí, en este lugar del allí... descansa la nada, de su culpa.
Despertaste al Dios por un momento... la muerte quedó clavada como una espina en sus ojos.Por un momento tan sólo, no dispuso él en el innecesario tiempo... para ocuparsepor la simpleza de nuestro sueño.
La lluvia cayó del cielo,
está condenada a besar,
a nuestros ya besados cuerpos de tierra.
Limpia de su veredicto y de su pecado
aunque no quiere también como nosotros...
arrastra a Dios hacia los abismos de su creación.
También como nosotros
él soño con el amor de nuestro sueño.

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