Revista Viajes

Vanuatu: tanna, la isla de la felicidad

Por Merche_62
Gracias a Pilar Tejera y Ediciones Casiopea por incluirme entre las finalistas en el VII Premio Internacional Relatos de Mujeres Viajeras, editado en Octubre 2015.    Fecha del viaje: Noviembre 2009  
Nunca pensé que en este bello rincón del mundo donde Tanna es llamada " la isla de la
felicidad", en Vanuatu, algo así me podría suceder: 
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
Ese dia salimos temprano mi amigo y yo de nuestras cabañas de excursión rumbo a
unas cascadas donde apenas existía información . Pero estábamos seguros que con la ayuda de la gente local lograríamos llegar .
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
La isla es preciosa y la gente nos saludaba al pasar, los niños nos sonreían con sus caritas iluminadas por la emoción al vernos, corrían para acercarse y tocarnos. Los adolescentes llevaban grandes cuchillos afilados en forma de sables entre otras cosas, para cortar las hierbas y matojos y facilitar el camino por la selva.
  VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
Antes de llegar al poblado de Imaho, vimos a lo lejos una pequeña iglesia. Dos niñas del pueblo ,Stephanie y Silvie al preguntarnos a donde nos dirigíamos desearon enseñarnos el camino hacia las cascadas pues con su lenguaje local entendimos que estaban aún muy lejos y que no había indicaciones, así que decidieron acompañarnos sin más, por lo que quedamos
encantados.
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
  Después de andar más de tres horas, el camino empezaba a volverse mucho más empinado y tortuoso bajando y subiendo por precipicios y finalmente llegando a un gran río que atravesamos y donde la mujeres se encontraban lavando la ropa. Seguimos el cauce del río.
 
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD   Yo, sumida en mis pensamientos daba las gracias a estas niñas que nos acompañaban porque si no solos no sabriamos volver. Desembocamos a la otra parte del rio donde las aguas eran mucho más tranquilas. Aquí se encontraba un padre tranquilamente con su hijo pequeño desnudo bañandose pero que al vernos rompió a llorar porque esa reacción de susto y miedo que tuvo era por ser la primera vez que veía al hombre blanco, según las palabras del padre que se comunicó con nosotros en francés.
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
 Esto me hizo reaccionar y me di cuenta que nos encontrábamos muy lejos de la civilización. Aprovechamos para preguntarle si sabía el tiempo que faltaba para llegar a las cascadas, si se encontraban cerca y nos dijo que no, que aún faltaban casi dos horas más. Como el camino se hacía cada vez más dificultoso opté por quedarme en este lugar para bañarme en el rio, contemplar el paisaje y reflejar esos momentos en mi diario de viaje porque el lugar merecía una parada. Era maravilloso.
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
Tambien todo el recorrido que habiamos hecho de ida tendríamos que hacerlo de vuelta y le dije a mi amigo que yo le esperaría aquí, que subiera sin mí tardara lo que tardara. Finalmente decidí bañarme pues me quedé sola, el agua estaba fría y me llegaba hasta la cintura pero era muy recofortante después de una larga caminata. Al cabo de un rato una señora se acercó a buscar agua y al verme me sonrió, merodeaba un poco por mi entorno y le invité a que se bañara conmigo. Apenas hablaba palabra en inglés o francés, legado de haber sido condominio en tiempos pasados. Su idioma es el bislema, pero en todo Vanuatu hablan unas catorce lenguas. Rose tiene dos hijos pequeños. Se quedaba junto a mi a un lado cantando y cuando ella terminaba de hacerlo cantaba yo y nos reíamos y jugábamos con el agua. Era un placer poder compartir estos momentos tan íntimos con ella, por lo que me sentía muy feliz y enseguida me hizo recordar que Tanna era conocida como "la isla de la felicidad".
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
Cuando se marchó despidiéndose con una sonrisa, salí y me recosté en una palmera caída
para tomar el sol, reflexionar, contemplar y escribir lo que sentía en esos momentos de
solitud al encontrarme con la madre naturaleza.   Rompió a llover durante unos quince minutos y el sol desapareció pero de nuevo al remitir la lluvia resurgió de nuevo. Continué tomando el sol pero al cabo de un buen rato vi que en la lejanía había un chaval de unos 16 años que andaba espiándome. Me giré y no le di importancia siguiendo con lo mío pero alerta. Al cabo de unos segundos volví la vista atrás de nuevo y cada vez lo tenía más cerca, parecía que iba avanzando como una gacela de ágiles brincos . Esta vez presentí algo, mi intuición me decía que algo venía a buscar porque cuando me giré de nuevo recogiendo mis cosas y vistiéndome, lo tenía casi encima. Aparenté tranquilidad y en ese momento se tocó sus partes señalando también las mías. No pintaba nada bueno y al ver que yo no le hacía caso y seguía leyendo hizo el ademán de sacar el cuchillo sable que llevaba poniendo la mano en la empuñadura y al ver que yo ni me inmutaba me hizo ademán para que le hiciera una felación. Al ver que yo permanecía allí sin transmitir miedo  y gesticulando que estba loco y diciéndole que se marchara , aún dudaba y buscó una  gran piedra
  para arrojármela en la cabeza . Como no estaba a más de medio metro de mi pensé "he de ponerme de pie firme y gritar" porque la piedra me la iba a lanzar con todas sus fuerzas. Así que me puse de pie y llamé a mi amigo gritando "Sébastien, vien ici s'il vous plait' para hacerle creer que mi amigo se encontraba cerca. El entonces observó a todos lados todo lo que alcanzaba su vista de lince por si aparecía el tal Sébastien y entonces echó a correr. Cuando lo vi salir, me dije "pies para que os quiero" para salir pitando de allí y suplicando que no volviera a aparecer. En ese momento si que me entró el miedo porque me encontraba sola y tenía que atravesar el camino de vuelta corriendo y de forma instintiva para acercarme al menos al poblado de Imaho que se encontraba a unos 20 minutos de allí. Mis mis piernas treparon, atrevesaron el río, saltaron y corrieron sin mirar atrás, estaba muerta de miedo pues aún me quedaba mucho por recorrer sin saber con quien me encontraría por el camino. Fueron los 15 minutos más angustiosos de mi vida, primero porque no recordaba bien el camino con el temor de equivocarme y segundo porque no se si el chaval de 15 o 16 años al verse engañado volvería a buscarme y me alcanzaría pues corría como un gamo. Además todos los hombres llevaban machete y temía encontrarme con alguno, ya no confiaba. Deseperadamente pensaba que pronto tenia que encontrarme con la plaza de la cabaña en el árbol pues al partir me quedé con ese punto de referencia a la salida del pueblo a la ida. Eso significaría que me encontraría cerca de Imaho y allí me sentiría segura.
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD   No vi a nadie por el camino. De repente, como una aparición, vi la casa del árbol por lo que me alivié pero fui corriendo a las cabañas del poblado para pedir auxilio y explicarles lo ocurrido. Me encuentré a niños jugando que al verme se acercaron y yo les pedí ver a su mamá. Salieron varias mujeres de la casa y me acogieron enseguida al explicarles lo sucedido, me preguntaron como vestía el chaval para saber si era del pueblo pero al decir que iba casi desnudo me aseguraron que sería de una de la tribus de las montañas. Fueron a hablar con el jefe del poblado y nos aseguraron que no era de Imaho pero les di las gracias por su ayuda.
VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
Me quedé el resto de la tarde con las mujeres que me hicieron compañía y les di mi comida agradecida para que los niños la compartieran. Esperé a que volviera mi amigo y pasé el rato jugando con los niños y los cerditos que criaban en la choza.
  VANUATU: TANNA, LA ISLA DE LA FELICIDAD
Allí, con un cúmulo de sentimientos y sensaciones volví a ser feliz.


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