Variaciones sobre la felicidad

Soy capaz de contemplar la lluvia a través del último lugar en que se secó.
Y toda la gente en que no quiero convertirme llama insistentemente a mi puerta. Tengo el poder de reptar en posición horizontal sobre el vertedero de mi memoria. Y las ramas de los árboles fláccidos urbanos se tensan en capciosa promesa de abrazo. Soy un gigante canijo que conoce el momento de la muerte salvaje de la lontananza. Y todos los rumores de la prensa del corazón ensordecen la ruta hacia el mapa del tesoro. Soy el testigo de Jehová al que una vez dejaron tiempo para explicarse. Y los eclipses alumbran la bendición turbia de equiparar un segundo nuestros latidos. Soy el que pincha las ruedas a todos los autobuses nocturnos, el que amenaza a las farolas corrompidas y se adentra en ritos de iniciación sobre corrección política. Y todo lo que nunca, se hace posible alguna madrugada en forma de Delirium Tremens. He adquirido la precisión del cirujano en la escisión de las grietas sobre mi cabeza. Y la fortuna me sonríe desde un paquete de tabaco que advierte de lo perjudicial de no celebrar que sucedes.