Este nombre solo les va a resultar familiar si están planeando un viaje a New Orleans o ya están ahí. Es una de las plantaciones más visitadas a las afueras de la ciudad. Un lugar hermoso, sin duda, y con una carga histórica a cuestas que solo se entiende si se presta atención mientras se camina. ¿Vas a ir? Quizá al final del viaje, como me pasó a mí que lo iba dejando para después y ese después llegó 25 días más tarde cuando me parecía que ya había cubierto suficiente de la ciudad y que había que conocer otra parte de su historia.
Poco más de 300 esclavos trabajaron en esta plantación de caña de azúcar desde 1835 hasta el final de la Guerra Civil, en 1865. Ese es uno de los primeros datos que uno aprende; te lo dicen al llegar, lo ves escrito en los folletos y también más adelante cuando -después de recorrer la casa principal- vas hacia el lugar donde los esclavos vivían, eran atendidos y donde también, los castigaban. Quizá lo segundo en recordar sea que esa casa -tan elegante, tan de vajillas costosas y muebles inmaculados- también fue usada como prisión y tenía habilitados cuartos de oscuridad. Al menos esas son las pistas con las que se consiguió Jefferson Davis Hardin cuando compró la propiedad en el año 1917. Así que toda la historia que sucede entre esos robles de más de 500 años hay que escucharla y mirarla con atención. El contraste del lujo y la mano esclava no deja de ser una imagen perturbadora para mí.
Solo para contar unos detalles, que no adelanten mucho lo que se van a encontrar en la visita: la Gran Casa fue un regalo de Jacques Telesphore Roman a su novia Celina. Ellos eran considerados buenos amos porque, digamos, no eran tan fuertes en los castigos como en otras plantaciones y, además, dejaban que los esclavos sembraran sus propios alimentos e, incluso, venderlos por algunas pocas monedas. Así con el ticket de acceso a la plantación, uno puede pasearse por su forma de vida, para tratar de entender su manera de pensar e, inmediatamente después de eso, pasar a una exposición que muestra cómo eran las habitaciones de los esclavos, sus utensilios y muchos más detalles. Una exposición que se levanta en el mismo lugar donde estaban las casas originales.
Se puede también pasear entre los árboles, entender sobre el proceso de la caña de azúcar, explorar los jardines, ir a la herrería y observar otras exhibiciones que intentan interpretar y educar al público acerca de la historia vivida en esos espacios y trasladarlos a otra forma de vida, indispensable para entender el presente. Un recorrido que se hace con silencio y asombro.
¿Vas a ir a Oak Alley? El ticket de entrada tiene un costo de 22$ si llegan por su cuenta desde New Orleans. Si no tienen carro, el tour de visita a esta plantación se ofrece en, aproximadamente, 70$ que incluyen el transporte de ida y vuelta al lugar donde estén alojados y la entrada. Oak Alley está, aproximadamente a hora y media de la ciudad. Sus instalaciones también son usadas para sesiones fotográficas, bodas, eventos corporativos, visitas escolares y como hotel. Todos los detalles los pueden revisar en su página web http://www.oakalleyplantation.com