Revista Cultura y Ocio

Vaticinios (acertados o no)

Publicado el 27 marzo 2013 por Jordiguzman
  • En 1954, el escritor de novelas de ciencia-ficción Lester del Rey escribió una novela corta que comenzaba con la frase: «La primera nave espacial aterrizó en la Luna y el comandante Armstrong salió de ella…». Quince años más tarde, el comandante Neil A. Armstrong se convertía en el primer hombre que pisó suelo lunar.
  • En 1830, el astrónomo y filósofo natural irlandés Dionysius Lardner (1793-1859) sentenció que ninguna embar­cación a motor podría cruzar el Atlántico, como algunos mal informados de su tiempo sostenían, porque para ello necesitaría consumir más carbón del que podría cargar. No obstante, ocho años después de su profecía, en 1838, el Great Western realizó la travesía. Con anterioridad, este mismo profesor de la Universidad de Londres había ad­vertido seriamente que si los trenes alcanzaran algún día los 180 kilómetros por hora, sus ocupantes morirían as­fixiados, incapaces de poder respirar.
  • En su famosa obra Los viajes de Gulliver (1726), el escritor irlandés Jonathan Swift (1667-1745) mencionaba «dos es­trellas menores o satélites que giraban alrededor de Mar­te», describiendo con asombrosa precisión sus proporcio­nes y sus órbitas. Más de siglo y medio después, en 1877, las dos lunas de Marte, bautizadas con los nombres de Fobos y Deimos, fueron descubiertas oficialmente por el as­trónomo estadounidense Asaph Hall (1829-1907).
  • Según los estudiosos de su obra, Jules Verne (1828-1905) anticipó los tanques en su novela La casa de vapor; el sub­marino en 20.000 leguas de viaje submarino; el lanzalla­mas en Ante la bandera y los satélites artificiales en Ro­bur, el dueño del mundo. En el resto de sus obras describió además máquinas e invenciones que recuerdan con asom­brosa precisión ingenios y actividades tan actuales como el helicóptero, la tortura por descargas eléctricas, las bombas de fragmentación, el cañón de largo alcance, los ingenios bélicos teledirigidos, las alambradas electrifica­das, el cine sonoro, los rascacielos, la contaminación o la ciudad ecológica.
  • El inventor francés Louis Lumiére, tras inventar el cine­matógrafo, afirmó: «Mi invento podrá ser disfrutado como curiosidad científica… Pero comercialmente no tie­ne el más mínimo interés».
  • El químico francés Antoine Laurent Lavoisier (1743-1794) no pudo estar más desacertado cuando cierta vez dijo: «No pueden caer piedras del cielo, porque en el cielo no hay piedras».
  • En 1839, el doctor francés Alfred Velpeau, dijo: «La elimi­nación del dolor en las operaciones quirúrgicas es una quimera. Es absurdo continuar investigando por ese ca­mino. El bisturí y el dolor son dos palabras que estarán asociadas para siempre en la conciencia del paciente». Este desacertado análisis lo hizo Velpeau siete años antes de la introducción de la anestesia.
  • En 1878, el profesor de la Universidad de Oxford Erasmus Wilson pronosticó que: «En lo que respecta a la luz eléctrica, hay mucho que decir a favor y en contra. Creo poder afirmar que la luz eléctrica morirá con el fin de la Exposición Universal de París. Luego no volveremos a oír hablar de ella».

El libro de los hechos insolitos. Gregorio Doval. Alianza Editorial. Biblioteca de consulta,2005.


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