Revista Opinión

¡Vaya panda de energúmenos!

Publicado el 01 enero 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

Uno se hace el propósito de empezar bien el año. De ser menos ácido, de ser más comprensivo, de creer en la buena voluntad de la gente. Pero es que hay gente y gente. Y me temo que ni el cambio de año, ni los buenos propósitos puedan hacer cambiar a esa gente.

Acabo de borrar gentuza y he puesto gente. Para que luego me acusen de ser extremista. He empezado el año moderado, porque si no, tendría que haber acompañado la palabra gente de un insulto apropiado, pero no, no lo van a conseguir hoy.

obispos

Esta gente, esa a la que debería haber llamado gentuza, es ni más ni menos que la cúspide del clero católico hispano. Los representantes de la SICAR (Santa Iglesia Católica Apostólica Romana), o sea los sicarios mayores del reino de los cielos. Los que tienen la potestad, en aras de un supuesto dios bondadoso, de proferir estulticias y decir lo que les viene en gana, esperando el beneplácito de su gente, por ser quienes son.

Piensan que están por encima de todas las cosas, y mienten más que hablan, inventan teorías y se enfrentan con las leyes civiles e instituyen sus propias normas que intentan imponer a todos, a cambio de una parcela celestial, que de existir el cielo, ellos no conseguirían nunca.

Para celebrar que este año que se prepara la tercera visita del papa Benito, que costará 50 millones, de los cuales la mitad la costearemos los contribuyentes seamos o no de su secta, los sicarios preparan el camino de su líder, y ya empiezan a calentar motores. Para comenzar, han coaccionado a su público y les han amenazado con un “pecado de omisión” –¡qué cosas se inventan!— para que vayan hoy a la misa del patriarca Rouco.

Pues bien, hace unos días, el obispo de Alcalá pregonaba que la violencia de género se da, principalmente, entre las parejas que no han pasado por la vicaría. O sea, los que no han pagado para casarse por la Iglesia, los que no quieren participar en su secta. Y se quedó tan pancho, es más, ratificó sus palabras

Hoy, uno de ellos, el obispo de Córdoba, aquel que no hace tanto quería hacer de la Mezquita una iglesia católica, ha dicho algo que le coloca en el lugar que se merece, en el de la estupidez supina y paranoia convulsiva. Según el interfecto, Demetrio Fernández, la Unesco hará homosexuales a la mitad de la población de aquí a nueve años. Como pueden ustedes calibrar, una teoría de gran rigor científico, donde se les ve, de nuevo, su condición homófoba. 

Se supone que son gente de estudios, que tienen una cierta cultura, que deberían saber comportarse. Pero queda claro que su fanatismo por un lado y su afán de poder, por otra, les lleva a estos desatinos. Y es que están preocupados por el futuro, a pesar de ellos y de los gobiernos que les subvencionan, la religión católica es cada vez menos seguida y aún menos practicada. Lo que les lleva a perder la cabeza y a esa deriva paranoica.

¿Hasta cuándo tendremos que soportarlos? ¿Cuándo habrá un gobierno en este país que les ponga en su sitio? ¿Por qué no se cumple la aconfesionalidad que la Constitución predica? ¿Cuándo entenderán que no deben interferir en cuestiones ajenas a sus asuntos religiosos?

No quiero ser pesimista, pero esta gente que actúa como heredera del nacional-catolicismo, que tanto mal hizo en este país, no se bajará del carro si no se les corta el suministro y se les pone en su sitio. Lástima que este gobierno les deje morder nuestra mano, esa que les da de comer.

Salud y República


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