El separatismo catalán, irritado tras la aplicación del artículo 155 de le Constitución, mantiene la soberbia de quien se cree inmune a la pobreza y sus fanáticos dicen alegrarse de que miles de empresas abandonen su “república”.
Incluidas las estadounidenses, cuyas primeras multinacionales se establecieron en Cataluña en los 1950, donde las esperaban tan ilusionadas como en el pueblo castellano de la película de Berlanga “Bienvenido, Mister Marshall”.
Esas multinacionales con intereses en España ahora por valor de 60.000 millones de euros, el seis por ciento del PIB, han advertido ante el Rey esta semana que peligra su presencia en Cataluña.
Un catalán, Jaume Mulet, presidente de las alrededor de 300 empresas asociadas en la Cámara de Comercio de EE.UU. en España, señaló que el desafío separatista afecta a puestos de trabajo, gigantescas inversiones y el bienestar de muchos miles de familias.
Antes de que esta Cámara presentara su advertencia, ya habían hecho similares avisos los empresarios alemanes y holandeses establecidos en Cataluña bajo impulso franquista, que creó así la base para enriquecer la región.
En la película de Berlanga el pueblo de Villar del Río esperaba la inversión de los americanos, pero su caravana pasaba sin parar, seguramente camino de Barcelona.
Están echando alegremente de Cataluña a Mister Marshall, que tiene allí buena parte de sus 150.000 puestos de trabajo directos en España y que podrían ser 750.000 con los indirectos.
Tras irse, Mister Marshall quizás no siga en España, como la mayoría de las empresas españolas que de momento huyeron de Cataluña. Él no usa el refrán “Ancha es Castilla”, sino “Ancho es el mundo”.
“Váyase, Mister Marshall”: título para una heredera de la mejor película del cine español, de 1953, cuando en España, incluyendo Cataluña, había hambre
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