Revista Arquitectura
VdB: un viaje de ida y vuelta de la universidad a la práctica profesional *
Por Paisajetransversal @paistransversalDurante el segundo cuatrimestre de 2018 participamos como profesores invitados en el Grado de Gestión Urbana de la UCJC con el propósito de reflexionar sobre el cambio del papel de la arquitectura en la transformación de ciudades hoy en día y poner sobre la mesa la importancia de la relación entre la universidad y la práctica profesional. Uno de los focos del curso estuvo en el barrio de Virgen de Begoña, donde Paisaje Transversal comenzamos nuestra andadura profesional.
Cuando en febrero de 2011 contactamos por primera vez con la Asociación de Vecinos de Begoña teníamos un propósito claro: transcender el mundo de la teoría y pasar a la acción. Por aquel entonces llevábamos 4 años tratando de generar una base conceptual crítica frente a la visión ortodoxa sobre la práctica arquitectónica que nos trataban de inocular desde la Escuela de Arquitectura de Madrid (ETSAM). No en vano, nuestro nacimiento allá por el 2007 estuvo motivado por el objetivo de querer ampliar el campo de visión unívoco sobre la arquitectura que estaba presente en sus programas académicos. A tal fin dimos forma a una plataforma de pensamiento sobre los contenidos y sesgos que nos imponían desde la Universidad: a base de artículos, organización de charlas y talleres, encuentros; reuniones y cientos de horas de reflexión y debates internos, fuimos dando forma a un corpus teórico propio que no encajaba en el corsé de la ETSAM. Y así, desde los márgenes de la Universidad, o precisamente desde su epicentro -aunque fuera como contraposición a él-, fuimos asentando los cimientos de lo que sería nuestro posterior desarrollo profesional. Aunque en ese momento no éramos del todo conscientes de lo que estábamos haciendo ni de la posición en la que nos encontraríamos una década más tarde.
Sin embargo, enseguida nos dimos cuenta de que aquello tenía un recorrido muy corto. No podíamos limitarnos al mundo teórico si queríamos cambiar realmente la manera en la que se entendía y se hacía arquitectura y urbanismo. Por lo que empezamos a fraguar la idea de dar el paso a la práctica a través de algún proyecto concreto. Y hete ahí donde surgió la oportunidad de trabajar en el madrileño barrio Virgen de Begoña.
Pero, ¿por qué nos decantamos por Virgen de Begoña? Para responder a esta pregunta hay que retrotraerse a la raíz de nuestras motivaciones, que no era otra que generar una metodología de trabajo propia que nos permitiera tanto sistematizar el conocimiento adquirido durante nuestra “etapa teórica” primero y desde la práctica después, para posteriormente replicar este proceso en otros contextos similares.
No en vano, ante nosotros se abría un campo de trabajo enorme, ya no solo en Madrid sino en todos los municipios receptores del éxodo del campo a la ciudad de medidos del siglo pasado. Conviene recordar que entre los años 50 y 70 la periferias de nuestros municipios comenzaron a expandirse a base de polígonos de bloque abierto, que fue la tipología urbanística estrella de aquel periodo desarrollista.
Para que nos hagamos una idea de la magnitud del problema solamente en Madrid existen 220 polígonos de bloque abierto repartidos por lo que nos gusta denominar como “periferia intermedia” -aquella situada entre la M30 y M40-, y más de un millón de personas vive en este tipo de tejidos urbanos. A lo que hay que sumar la cantidad de habitantes y superficie de las periferias de ciudades como Barcelona, Zaragoza, Valencia, Sevilla, etc. Se trata de barrios compuestos por pastillas de edificios de entre 4 y 8 alturas, dispuestos en paralelo con una gran zona libre entre medias (el denominado espacio interbloque) por lo general pobremente mantenido o en pleno proceso de degradación.
Pero más allá del orden cuantitativo de este tipo de áreas urbanas, lo verdaderamente relevante son las problemáticas comunes que padecen: falta de cualificación del espacio público, problemas de movilidad y aparcamiento (en aquel entonces los edificios residenciales se proyectaban sin garaje por lo general), patologías en la edificación y falta de un adecuado confort higrotérmico, barreras arquitectónicas y absoluta omisión de los criterios de accesibilidad universal, envejecimiento de la población, falta de actividad económica y cultural, etc.
Todos estos síntomas permitieron cartografiar un atlas de la vulnerabilidad urbana que retrata de manera certera la sistemática falta de atención y tratamiento que se ha brindado desde los poderes públicos a este tipo de barrios. Tal es así que los indicadores de vulnerabilidad existentes en ciudades como Madrid delimitan el contorno de la desigualdad urbana con precisión quirúrgica, revelando así la inacción de la Administración de manera clara.
Y es precisamente del cruce entre nuestro afán por la sistematización del conocimiento y el análisis de estos indicadores de donde surge la elección de Virgen de Begoña: como polígono de bloque abierto arquetípico presentaba un índice de vulnerabilidad urbana media, y por lo tanto las posibilidades para elaborar una metodología de regeneración urbana que posteriormente pudiéramos replicar en otros barrios de similares características, era mayores que si hubiéramos escogido un área de alta o baja vulnerabilidad.
Una vez decidido el lugar nos pusimos en contacto con la Asociación de Vecinos de Begoña para impulsar lo que en aquel momento denominamos como proceso bottom-up (desde la base social) de regeneración urbana integral y participativa (RUIP). Y así a principios de 2011 dimos comienzo a una asesoría y acompañamiento (gratuitos) al tejido vecinal. Así, aquello que comenzó en la Academia, o como reacción a ella más bien, dio su paso a la realidad y la práctica con VdB.
Durante la fase inicial ayudamos a fortalecer el tejido vecinal a través de distintas actividades al tiempo que íbamos diagnosticando participativamente (mezclando el análisis urbano integral con las percepciones ciudadanas obtenidas a través de acciones de participación) los problemas del barrio. Durante esta etapa además apoyamos la recuperación de las fiestas del barrio 30 años después de su última edición y realizamos un sinfín de actividades y reuniones tanto con habitantes de Virgen de Begoña como con representantes del Ayuntamiento de Madrid.
Una vez fijado el diagnóstico comenzamos a elaborar distintas propuestas de mejora y a recabar apoyos para su ejecución. Y así, gracias al inestimable batallar de la Asociación de Vecinos de Begoña, el proceso de regeneración urbana del barrio comenzó a dar sus primeros frutos en forma de un Plan de Barrio (instrumento dirigido a la el impulso de la actividades socioculturales para el fortalecimiento de la cohesión y vitalidad sociales), la creación de dos huertos urbanos comunitarios y el diseño de un eje de accesibilidad universal.
Años más tarde descubriríamos que a procesos como éste, en el que estuvimos inmersos durante un lustro, Paul Davidoff los denominó Advocacy Planning a mediados de los años 60. Y a día de hoy pensamos que podría considerarse uno de los ejemplos más claros de ese tipo de prácticas en España. Pero eso daría para otro artículo. Por eso, retomemos el hilo argumental de VdB.
Tras media década de trabajo altruista, a finales de 2014 Paisaje Transversal recibimos por parte del Ayuntamiento de Madrid (por aquel entonces gobernado por el PP) el encargo de plasmar todo el proceso en un documento. Y así nació el Plan Integral de Estrategias de Regeneración de Virgen de Begoña. Mediante aquel contrato pudimos además elaborar una Metodología de Intervención en barrios Vulnerables de Madrid, un instrumento cuyo objetivo era facilitar y promover la regeneración urbana integral y participativa de la periferia intermedia madrileña en general, y de los más de dos centenares de polígonos de bloque abierto en particular.
En 2017 llegó otro de los grandes hitos del proceso, cuando el ansiado eje de accesibilidad universal comenzó a ejecutarse. Pero todavía queda mucho por hacer, aunque la hoja de ruta marcada y la forma de llevarla cabo están claras y auguran un gran porvenir al barrio, sobre todo gracias al buen hacer de la Asociación de Vecinos de Begoña, cuya pelea diaria es el principal motor de cambio para el barrio. De la experiencia empírica a la sistematización del conocimiento Paralelamente, esta experiencia de urbanismo bottom-up nos permitió dar forma a un sistema de trabajo propio para el desarrollo de procesos de regeneración urbana en barrios: la metodología DCP, que corresponden a las siglas de los 3 canales a través de los que se estructura el procedimiento -Difusión (D), Ciudadanía (C) y Proyecto Participativo (P)-. En su versión inglesa encaja mejor nuestra manera de entender y hacer urbanismo: Doing City with People (Hacer ciudad con la gente).
El DCP fue el germen de “Escuchar y Transformar la ciudad”, la máxima con la que actualmente definimos nuestra forma de intervenir en la ciudad y en el territorio. Es decir, escuchar al territorio y sus habitantes: escuchar a sus residentes, sus visitantes, trabajadores, técnicos, pero también escuchar midiendo su actividad, sus funciones, condiciones físicas y a la naturaleza y los no-humanos. Una mirada integral de todo lo que compone la ciudad -esa que atiende a factores físicos, ambientales, económicos y sociales- que garantiza intervenir con más garantías de lograr mejorar nuestras ciudades y territorios.
Y transformar hace referencia a concretar y planificar la estrategia que adoptaremos: ella nos marcará el camino para definir nuestros objetivos en esta segunda fase y, más adelante, las líneas de actuación que se convertirán en proyectos o actuaciones concretas. Pero el trabajo no finaliza con la intervención. Ya que transformamos para volver a escuchar (incorporando una fase de seguimiento y evaluación a los procesos) y así valorar si es necesario transformar de nuevo gracias a la gestión adaptativa: estableciendo mecanismos de evaluación basados en los Indicadores Participativos [InPar].
Y son precisamente este énfasis en la sistematización de conocimiento y la generación de nuevas herramientas y metodologías lo que sustentan el cambio de paradigma en el urbanismo, y nos devuelven casi una década después a las aulas de la mano del Grado de Gestión Urbana de la Universidad Camilo José Cela (UCJC): hace once años en nuestra etapa universitaria pensábamos que otra manera de pensar y hacer urbanismo era necesaria; cuatro años después comenzamos a construir nuestra particular alternativa gracias a VdB; siete años y más de cien proyectos después, volvimos a la Facultad comprobando que el esfuerzo que durante todo este tiempo nosotros y tantos otros compañeros de viajes (profesionales y vecinales) hemos desarrollado no ha sido en vano y que poco a poco nos vamos acercando a un nuevo escenario donde el urbanismo y la arquitectura se conviertan en verdadero motores del cambio social. El curso sobre Virgen de Begoña fue una inmejorable muestra de estos avances en la disciplina y agradecemos a todo el cuerpo docente y al alumnado del Grado de Gestión Urbana y de Paisaje, así como a la Facultad de Tecnología y Ciencia UCJC, por el planteamiento y resultados del curso. Y, como firmes defensores de los procesos de retroalimentación, solo queda pedir que el helicoide formado por los vectores de la Academia y la práctica profesional siga girando y ascendiendo.
*Actualización del artículo publicado en Geourbanismos II. Cartografía de los Afectos de la Universidad Camilo José Cela (UCJC). El libro puede adquirirse aquí.
Imágenes:
1: Fotografía taller alumnos del IED y la Asociación de Vecinos Virgen de Begoña. Fuente: Paisaje Transversal. 2: Barrio Virgen de Begoña y espacios interbloque. Fuente: Paisaje Transversal. 3: Fiestacción 2017. Fuente: Paisaje Transversal. 4: Maqueta del barrio y eje de accesibilidad. Fuente: Paisaje Transversal. 5: Diagrama Escuchar y Transformar (Fuente: elaboración propia)
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