Revista Cultura y Ocio
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,y tiritan, azueles, los astros a lo lejos".El viento de la noche gira en el cielo y canta.Puedo escribir los versos más tristes esta noche.Yo la quise, y aveces ella también me quiso.En las noches como esta la tuve entre mis brazos.La besé tantas veces bajo el cielo infinito.Ella me quiso, a veces yo también la quería.Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.Puedo escribir los versos más tristes esta noche.Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.La noche está estrellada y ella no está conmigo".
A mucha gente le cuesta leer poesía. Es un género que suele antojarse aburrido a los ojos del lector habitual de novela y que, al mismo tiempo, apasiona al aficionado al género. No parece admitir medias tintas, salvo algunas excepciones. Poemas que se convierten en una suerte de mantras que todos llevamos dentro, como un lunar en la piel del que no puedes desprenderte por mucho que frotes y que se acaba convirtiendo en algo tuyo, preciado. Eso sucede con algunos poemas y algunas voces. Pocas. Hoy traigo a mi estantería virtual, Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
El resumen de este pequeño pero enorme poemario nos lo da el título. Veinte poemas, ni uno menos, sin título, sin marca, a veces numerados y en este caso separados por una página hermosa con su comienzo, forma en que muchas veces se da a conocer cada uno. Una canción desesperada, la última, la única que lleva título, el broche de oro tantas veces escuchado para un libro sentido, suspirado y dolido. Y en esta ocasión un prólogo firmado por Ospina, como ya hiciera con los Sonetos incluidos en esta misma colección, en el que se nos habla de Neruda y sus sentimientos desde la versión más literaria, convirtiendo ese prólogo que a veces se antoja tedioso sin ser leído y uno tiene ganas de saltarse prometíendose leerlo al final y sabiendo que será una promesa fallida, en un placer inesperado que realizamos incluso acompañados de Verlaine.
Pero hablemos de los poemas, que parecen llenos de empalagoso romanticismo hasta que empezamos a leerlos. Y entonces descubrimos que hay sentimientos universales, como la alegría o el duelo, y que entre ellos está el amor. Neruda habla del amor desde la pasión de la juventud, ese momento en que cada amor es el primero y cada beso el único. Y se ayuda de la naturaleza para dar fuerza a unas palabras sentidas por todos en algún momento. Por eso no es recomendable la lectura continuada de este libro, es preferible ir despacio y leer, por ejemplo, cada día un poema un par de veces. Porque lo contrario sería banalizar el contenido, no llegar a ver el enardecimiento, la alabanza y la profunda melancolía que destilan las palabras del entonces joven poeta. Y finalizar entonces con esa canción.
La poesía, si uno no está acostumbrado, puede parecer tediosa o compleja, quizás por eso muchas veces es adecuado acercarse a ella a través de versos conocidos y profundizar un poco. Tomarse un café en una tarde lluviosa, disfrutar del silencio, y leer despacio hasta enamorarnos de las palabras. Y posiblemente es a eso a lo que invita Neruda, el poeta que enamoró mil veces con sus palabras mil veces dedicadas a otras tantas mujeres. Quizás por eso no me voy a poner a hablar de versos alejandrinos o de aquellos otros en los que rompe la rima o la métrica; tal vez por eso no me extenderé para explicar sus metáforas potentes impulsadas por su lenguaje sencillo y tampoco hablaré de la naturaleza o del mar. Porque dicen que el poeta aspira a trasladar sentimientos, a provocar el contagio mano (suya) a ojo (del lector), y ponernos técnicos podría ser una suerte de vacuna que no quiero responsabilizarme de daros. Para leer a Neruda, que por otro lado es mucho más que este poemario, hay que hacerlo con la mente en blanco. Y entonces, disfrutar.
Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
Gracias.