Revista Diario
Mañana, 1 de julio, cumplo veinticinco años en ABC. Más de media vida. Es curioso; no recuerdo nada de aquella primera jornada, pero sí del día anterior, cuando nos convocaron a los aproximadamente treinta becarios en la añorada redacción de la calle de Serrano. Ignacio Ramos, entonces subdirector de Información de ABC, me recibió en su despacho y, entre otras cuestiones, me preguntó si preferiría cubrir un pleno del Congreso o una sesión de la Real Academia Española. Respondí que lo segundo, e imagino que eso sería determinante para que me asignaran a la sección de Cultura. Su jefe era entonces Fernando López Agudín, que empezaba sus vacaciones al día siguiente, así que durante ese mes de julio quedaba al mando Blanca Berasátegui. Les debo mucho a los dos; el primero se empeñó en que me quedara en ABC tras el período de prácticas de tres meses; Blanca siempre creyó en mí y, a su manera, fue durante mis primeros años en ABC un gran apoyo. Apenas quince días después de entrar en el periódico, y al saber que iba a entrevistar a Plácido Domingo, le pedí que me dejara acompañarla, y pude conocer a uno de los cantantes por los que mayor admiración sentía. Para mí fue algo verdaderamente emocionante.
Aquel 30 de junio de 1985, y después de que me presentaran a los jefes, me preguntaron si podía esperar a que llegara Javier Espiniella, el redactor de noche de Cultura, a quien yo iba a sustituir, ya que él iba a cambiar de sección. Vino, nos presentaron, y yo, siempre disciplinado, me quedé esperando por si había que hacer algo. Estuve un par de horas sentado, leyendo los periódicos, hasta que me atreví a buscar a Javier, que estaba en la antigua sala de reuniones viendo la televisión, para preguntarle si me podía ir. Se había olvidado de mí...
No recuerdo cuando me presentaron a Luis María Anson, entonces director de ABC, pero sí la noche en que se acercó a mí -creo que era a finales de septiembre, cuando me dijeron que iba a seguir en el periódico- y me dio la enhorabuena por mi trabajo. "Estamos muy satisfechos contigo", fueron sus palabras.
Confieso que me emociona recordar aquellos momentos, grabados muchos de ellos en mi memoria con absoluta nitidez. Entré con 21 años y ahora tengo 46. Mi trabajo nunca fue sólo un trabajo. Aunque he pasado por muchas secciones del periódico (Cultura, ABC Literario, Blanco y Negro, Televisión, Huecograbado, ABC Cultural, de nuevo Cultura, Madrid, Opinión y, por tercera vez, Cultura y Espectáculos), siempre he encontrado tiempo para dedicarme a lo que me gusta: el teatro, la música, la danza... He podido conocer -e incluso intimar- con artistas a los que siempre he admirado. He hecho amigos (dentro y fuera de la redacción). He viajado por todo el mundo, he sido testigo de momentos inolvidables (se me vienen a la mente tres: un ensayo de Alfredo Kraus en una sala del Musikverein de Viena; el primer encuentro musical, en un hotel de Bogotá, entre Chavela Vargas y Diego El Cigala; y otro ensayo, esta vez de Cecilia Bartoli, en un vacío teatro del Liceo, poco antes de que las llamas lo destruyeran), y he tenido experiencias que, como dice el tópico, han marcado mi vida y me han hecho ser quien soy ahora. Le debo mucho a muchas personas, y seguramente en estos días hablaré de algunas de ellas.
(Las dos imágenes son de la redacción de ABC. La primera, que he encontrado por casualidad en internet, es de 1985. Yo estoy en la esquina superior izquierda, muy aplicadito. La segunda es de hace unas semanas, en la recién estrenada redacción. Ahí sí se me ve bien)