Revista Informática

Veinticinco años y una historia personal con el software libre

Publicado el 05 octubre 2010 por Fragmentario
Postales del software libre

Postales del software libre

Ayer se cumplieron 25 años de la creación de la Fundación de Software Libre (FSF). El protagonista de esta iniciativa trascendental fue Richard Stallman, en ese momento director del laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto de Massachusetts para la Tecnología (MIT). Stallman renunció indignado ante la práctica usual de los monopolios de apropiarse del código que los desarrolladores elaboraban en forma desinteresada. De esta inquietud nació la GPL, la primer licencia general pública que amparó legalmente el software libre.

¿Qué es el software libre? Según la Free Software Foundation, el software libre se refiere a la libertad de los usuarios para ejecutar, copiar, distribuir, estudiar, modificar el software y distribuirlo modificado. El software libre suele estar disponible gratuitamente, o al precio de costo de la distribución a través de otros medios (Wikipedia). En forma más esquemática, lo que explica este cuadro.

Pero más allá del aspecto histórico-conceptual, que es mucho más rico y complejo, el software libre es la historia de millones de usuarios que cambiar su forma de entender, crear y aplicar el software. Yo soy uno de ellos, y como tengo casi la misma edad que el software libre, voy a contar mi historia.

Mi primer contacto fue por Mozilla Firefox. Lo empecé a usar por la misma razón que todo el mundo, es decir, porque era claramente superior a cualquier versión de Internet Explorer. Cuando comenzamos a editar una revista en el profesorado, en la búsqueda de dejar de depender de las suites de Adobe, di con GIMP (el equivalente a Photoshop) y Scribus (el equivalente a PageMaker). Para ese entonces había leído suficiente sofre software libre como para empezar a incorporar, además de la utilidad práctica -los programas eran más livianos, ágiles, poderosos, amigables y sencillos de ampliar por medio de complementos- una convicción ideológica. Instalé Mozilla Thunderbird en reemplazo de Outlook y Pidgin en lugar de Messenger. La experiencia con todas esas utilidades fue maravillosa y los sigo recomendando todos los días.

Y así llegué al momento más difícil del camino, a la necesidad de patear el marco completo y dar a esos programas libres un sistema operativo libre. Había leído tangencialmente cosas sobre Linux, pero me asustaban varias cosas. En especial, la experticia de sus usuarios más activos y la absoluta ignorancia de muchos conceptos (lo que resulta lógico: alguien que jamás usó Windows se vería superado si escuchara hablar de Papelera de Reciclaje, Panel de Control o Edición del Registro). Cometí el error de creer por muchos meses que Linux era un sistema operativo oscurantista que sólo una pequeña secta podía manejar. Finalmente me vi forzado a formatear por cuarta o quinta vez la máquina (nunca jamás volví a formatear, es otra de las maravillas linuxeras) y decidí dar el salto con Ubuntu, la puerta de entrada más popularizada y amigable. Así reemplacé al mismísimo Windows y corté mi último nexo con el software privativo. Fue un camino de ida. En poco tiempo me paseaba mostrando el cubo cambiador de escritorios (sí, en Linux se pueden manejar varios escritorios a la vez), instalando programas en dos clics y disfrutando de cientos de características más. Una de las mejores: nunca más instalé un driver. Todo lo que enchufé (impresoras, cañones proyectores, módems, cámaras web, escáners, memorias y almacenamientos de todo tipo) funcionó con sólo conectar.

Al terminar de migrar, me dio algo de nostalgia pensar que iba a perder una de las partes más queridas del ocio: los juegos. Con un par de búsquedas se acabó la tristeza, y el mito de que no hay buenos juegos para Linux. El tiempo me llevó a encontrar y aprender sobre cosas más útiles y productivas, como los entornos educativos ITALC y Moodle.

¿Cómo es un día con el software libre? Voy a contar el de ayer. Tenía que terminar en veinticuatro horas un video de presentación para la escuela en la que trabajo y jamás hice edición de video (me anoté, como siempre, con ánimo de nuevos conocimientos). Eran varias filmaciones cortas que había que compilar. Nada más al insertar el CD y abrir el primer archivo con Avidemux, la interfaz me preguntó si deseaba agruparlos. Solucionado: todas las filmaciones eran una. Luego recorté, copié, borré, pegué y agregué a golpes de ratón hasta reducir la duración a los cinco minutos reglamentarios. Con Audacity grabé la lectura en off e inmediatamente normalicé el volumen y borré los ruidos filtrados (milagrosamente y con un par de filtros, el programa logró que mi voz entrecortada sonara firme). También edité la música de fondo, limé los sonidos graves y bajé su volumen. Combiné ambas secuencias en una sola, el audio final del video. Volví a Avidemux y los combiné. Finalmente edité con LiVES el inicio, para agregar un texto introductorio, y el final, para disolver las últimas imágenes en una oscuridad paulatina. Video terminado y otro éxito para la libertad.

PD: Si quieren probar algunas utilidades de este tipo, les recomiendo bucear en Alternativas Libres. Que lo disfruten.

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