Un libro escrito por amor. Así resume Víctor Colden (1967) este “artefacto narrativo” que ha publicado en 2021, con el primor habitual, el sello Newcastle Ediciones. Veinticinco de hace veinticinco es un viaje hacia atrás en el tiempo, en el que la mirada, el corazón y el cerebro del escritor madrileño se trasladan desde el año 2013 hasta 1988 para recordarse a sí mismo. Y para recordar, también, los escenarios anímicos, familiares, sociales, musicales e intelectuales en los que el joven estudiante de Filología Románica comenzaba a trazar los senderos de su existencia. Era aquella época mágica en la cual “el tiempo no volaba y yo tenía tiempo para todo” (p.12) y en la que comenzaban a acuñarse las fórmulas que regirían el universo íntimo del autor: brillaban inauguralmente los ojos de María Luisa; Leonard Cohen difundía su voz oscura y ronca, en discos perseguidos y recopilados con pasión; el italiano y el rumano se convertían en idiomas amados; había presencias aún ausentes y ausencias aún presenciales (“Hace veinticinco años la vida, de manera inconcebible, era un sitio en el que no estaban Diego, Sofía ni Pablo, y ahora, veinticinco años después, un sitio en el que, de manera igual de inconcebible, no están mi padre ni los abuelos de Málaga, ni Manolito, Bruno, Enrique o Antonio”, p.23); un accidente de tráfico todavía no lo había convertido en huérfano; Nacha Pop anunció su separación; Gabinete Caligari se fue camino Soria; y el mundo era aún posibilidad y aurora, misterio y lentitud.
Estas delicadísimas hojas son las tablas, las jarcias y los clavos con los que se fue construyendo el barco con el que navegar por la vida; de tal modo que leyéndolas ahora, advertimos con nitidez su condición de notas musicales que, reunidas y pronunciadas en su orden, componen una partitura casual o causal (quién puede saberlo), armónica, lánguida, conforme e inacabada.
Un libro, sin duda, memorable.