
Fue, como digo, una defensora a ultranza de la Revolución francés pero debió llevarse una gran decepción al comprobar que el lema-objetivo de igualdad entre todos los hombres era literalmente eso, entre hombres, excluyendo de la partida a las mujeres. Pero ella fue de las que transgredió las tradiciones vinculadas a su sexo participando en la vida política, intelectual y mundana. Famosas eran las tertulias por ella organizadas en su palacio de , notoria su participación en el debate suscitado a raíz de la publicación del Manifiesto de los Iguales de Sylvain Maréchal, así como rica su creación literaria.


P.D. Y, por supuesto, no dejéis de leer Veinticuatro horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig, inspirada en esta novela de Constance de Salm.
