Revista Opinión

Velas y vientos

Publicado el 03 septiembre 2024 por Manuelsegura @manuelsegura
Velas y vientos

Hay músicas y recuerdos que permanecen alojados en lo más profundo de nuestro cerebro y que resurgen un buen día cuando alguna circunstancia los activa. Me ocurrió hace poco con la canción ‘Veles e vents’, que el cantautor valenciano Raimon adaptó en 1970 sobre un hermoso poema de Ausiàs March, un poeta medieval del mismo origen. Una película de David Trueba que recomiendo, ‘El hombre bueno’ (2024), la incluye acertadamente como banda sonora y a través de ella nos sumerge en una historia de amores, desamores, pérdidas y duelos ambientada en la idílica isla de Mallorca. 

Un matrimonio, con una hija, viaja hasta allí en busca de un antiguo amigo para que actúe de mediador en su proceso de separación. Cuando Trueba la presentó en el último Festival de Cine de Málaga expresó algo que mucha gente ha experimentado en carne viva: aquello de que el amor puede llegar a convertirse en un bumerán, en el que primero construyes y luego destruyes a una persona. El director de la película reconoció que la misma surgió de una experiencia personal, cuando alguien le confesó que tenía que ejercer ese cometido conciliador. De producción modesta, frente a otras acometidas por Trueba como la exitosa ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ (2013), el escritor y cineasta aseguró que la hizo con “un alambre, dos palitos, oficio y ganas”.

‘Veles e vents’ es un bello poema del siglo XV en el que se narra el viaje desde Italia a Valencia, en travesía marítima, de un hombre en busca de su amada sin tener la certeza de que será correspondido. Los vientos que lo acompañan en el trayecto juegan un papel fundamental: el siroco, el levante, el gregal, el ostro, la tramontana… Con su adaptación, Raimon devolvió vigencia a este autor que permanecía olvidado en el fondo del baúl de la lírica valenciana, aun siendo un claro exponente del Siglo de Oro.

En la vida, en ocasiones, los humanos solemos mostrarnos como las velas de un barco y suelen ser los vientos los que nos conducen por la misma. El xaloc, que es como también se conoce al siroco, proviene del Sureste, es seco y cálido por la arena sahariana que suele arrastrar y provocar con ella la calima que tanto convive con nosotros en estos tiempos de cambio climático, del que algunos reniegan. El término xaloc pudiera proceder del árabe, remontarse a muchos siglos atrás y significar la salida del sol. El tránsito del hombre y la mujer suele asemejarse a veces con el devenir de los vientos, los únicos en el universo que nunca tienen la necesidad de agarrarse. 

El Alonso de ‘El hombre bueno’, al que Juan y Vera recurren para que medie entre ellos, resulta ser un hombre devastado por la tragedia de la pérdida de su mujer. Un tipo alejado del mundanal ruido por propia voluntad, al que una vez sonrió el éxito profesional, pero que se emborrachó de vida y al que un revés lo resituó en la misma. De alguna forma se culpa de la muerte de su esposa, ocurrida en un accidente de tráfico, no se sabe si circunstancial o provocado por ella misma. Ya dijo alguien que cuando uno no sabe a qué puerto dirigirse, todos los vientos suelen resultar desfavorables.

Lo primero que responde Alonso a la pareja que busca su consejo es que no se separen. Lo dice alguien que estuvo a punto de hacerlo de su mujer en caso de no mediar lo trágico del destino. Aquello pesa como una losa en la conciencia del hombre que se zambulle y se baña desnudo en las calas mallorquinas sin el más mínimo rubor ante la sociedad a la que voluntariamente ha renunciado. Dicen que el tiempo no acaba con los grandes dolores, pero que acaso los adormece. Aquel hombre sabía de lo que hablaba y por eso sus invitados vuelven a su ciudad de origen circunspectos y pensativos en un final de película que queda abierto. Porque posiblemente les hizo recapacitar y porque el que sabe de dolor, todo lo sabe, que dijo Dante Alighieri.

[La Verdad de Murcia, 3-9-2024]


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