El otro día lo hablaba con una amiga: con la edad, cuando va cayendo ese "velo hormonal" (así lo llamaba ella), hay cosas que se van clarificando y cambian las prioridades. No sé muy bien si puede deberse también al hecho de tener o no las necesidades básicas cubiertas (me refiero a las del deseo y el impulso, independientemente de la edad, no es lo mismo tener que tener que buscar, no sé si me explico).
Así que, desde la atalaya de la claridad, cuando alcanzamos esa cima desde la que otear, pareciera que muchas de las cosas que hicimos por "amor" (que no era amor, era deseo provocado por la carga hormonal, el amor es otra cosa) pudieron ser barbaridades de adolescente (y no tan adolescente).
Está muy bien esto de la claridad en el horizonte. Proporciona cierta paz. Una tranquilidad nueva. Se observa el mundo de otra manera. Sinceramente, no echo de menos mi lado intensito. Y lo veo en la mirada de muchas mujeres: ese control de la situación, esa seguridad. Hay caminos que nos toca recorrer, no hay otra. Y está bien así.
Pero qué paz, señoras. Qué paz.