Francia fue el país europeo pionero en la prohibición del velo islámico en lugares públicos / Wikipedia Commons
Francia fue el país europeo pionero en prohibir el velo islámico que oculta el rostro en lugares públicos. Ocurrió en 2011, coincidiendo con el malestar social provocado por el choque cultural con la comunidad islámica. A Francia le siguió Bélgica, después la región suiza de Ticino y muchos municipios de Cataluña y ahora el debate se ha extendido por toda Europa. En aquel momento, una francesa de 24 años, musulmana y de origen paquistaní, decidió protestar ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo alegando que la ley gala era discriminatoria y vulneraba su derecho a la libertad de expresión. Sin embargo, Estrasburgo ha dado la razón a Francia tres años después.
La ley impulsada por el gobierno de Nicolás Sarkozy para la prohibición del velo integral en espacios públicos se apoya en una razón de seguridad, pero también porque “degrada la condición femenina” de la mujer. Es decir, que según Francia las mujeres que llevan velo lo hacen coaccionadas, no pueden ser femeninas y ponen en peligro a la sociedad por la dificultad de ser identificadas. Pero a ellas ningún organismo gubernamental les ha preguntado nada al respecto. Imposición y silencio. Todo lo contrario a lo que sostiene Amnistía Internacional, cuyas investigaciones concluyen que “no hay ningún dato que demuestre que las mujeres que llevan velos integrales lo hagan obligadas o coaccionadas”, además de que las mujeres que lo llevan “no se segregan” ni sienten “rechazo hacia la sociedad francesa”. La organización también recuerda que la ley gala garantiza la práctica de “controles de identidad cuando sea necesario”, así como “combatir la violencia contra las mujeres”.
¿Les imponen el velo a las musulmanas o es Francia quien les impone la prohibición de llevarlo? La reciente sentencia del Tribunal de Estrasburgo acaba de dar la razón a un país que no garantiza la libertad de expresión o religión y que argumenta con datos generales -como que 1.900 mujeres en Francia llevaban velos integrales en 2010-, mientras obvia datos cualitativos de suma importancia, como que algunas mujeres visten esta prenda “parte del tiempo, otras sólo durante periodos limitados”, asegura Amnistía, citando datos del Instituto para una Sociedad Abierta en Francia. Paradójicamente, donde Francia y otros países europeos ven seguridad e igualdad, esta organización ve un claro trato discriminatorio y un ataque a la libertad de expresión.
Según la sentencia de Estrasburgo, la ley francesa no viola el derecho al respeto a la vida privada y familiar, libertad de pensamiento, conciencia y religión, como tampoco el de prohibición de discriminación. Sin embargo, la xenofobia y la intolerancia en Francia con el islam sólo van en aumento, como demostraron las últimas elecciones europeas con el triunfo histórico del Frente Nacional; o el informe 2014 del Comité Nacional de Derechos Humanos, según el cual el 94% de los franceses cree que llevar velo integral es un problema.
Me gustaría ver a un colectivo de mujeres musulmanas exponiendo ante la Unión Europea lo que significa para ellas el velo. También me gustaría que hubiese una mayor transparencia sobre los informes QUE EXISTEN sobre la islamofobia o el uso del velo islámico en el ámbito público y en el privado, así como su significado en las distintas comunidades. O al menos una explicación de por qué se ocultan estos datos. Por el momento, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos se limita simplemente a dar su opinión sobre estos asuntos porque “son competencia de los Estados” europeos. Me pregunto qué clase de defensa de los Derechos Humanos es esa que tiene su límite en la barrera fronteriza de cualquier país.
Documental sobre el debate del velo en Francia, “Un racismo apenas velado” (2004):
CLÁUDIA MORÁN