Revista Política

Velocidad

Publicado el 05 mayo 2012 por Alejandropumarino

Velocidad

Al parecer existe un sistema consistente en hacer vibrar la matrícula trasera de una motocicleta, de forma que ésta no pueda ser leída en la imagen que ofrece la fotografía realizada por un cinemómetro de los habitualmente utilizados por los señores agentes de la Benemérita. Se conoce que en el país de la picaresca abundan los trucos, legales o no, para sortear de forma más o menos hábil, los vericuetos impuestos por una norma absurda. Resulta que los detectores de radar por GPS son perfectamente legales, incluso los más sofisticados que captan emisiones de otro aparato y avisan al usuario de cinemómetros móviles o no señalizados con antelación. Resulta difícil culpar a quien avise mediante una ráfaga luminosa a otro conductor, de la presencia de los agentes con la pluma dispuesta y escondidos a la reparadora sombra de algún puente. Las sanciones por exceso de velocidad no suelen tener lugar en los tramos “de concentración de accidentes”, sino en cualquier otra ubicación, generalmente cómoda, por la proximidad de una señal de limitación o por el fresco ese, que decíamos antes. Si un ciudadano circula a doscientos cuarenta kilómetros por hora, significa que no hay demasiada densidad de tráfico y que lo hace en un tramo donde es posible alcanzar semejante velocidad. No se defenderá desde este espacio cometer una infracción de semejante calibre, pero sí resaltar que en España los límites máximos de velocidad en autopista son inferiores a los que había en mil novecientos setenta; que desde entonces, cuando se fabricaron los primeros Seat ciento veintisiete, a la actualidad, la seguridad y la tecnología han dado pasos de gigante, y pese a todo, la limitación es más severa. No se comprende. Francia ofrece ciento treinta kilómetros por hora en autopista, con un margen del diez por ciento, lo que permite circular a ciento cuarenta sin tener problemas en la cartera, ritmo que se me antoja más que suficiente para cualquier viaje e incluso cualquier vehículo, hasta esos que superan fácilmente los doscientos. En España cambiamos la picaresca por la norma y hacemos vibrar la matrícula o colocamos detectores de radar, que son legales, o eso dicen. Con una norma razonable no sería necesario y no redundaría en aumento alguno de los fallecidos en carretera; de hecho tenemos un índice similar a Alemania y allí la velocidad es libre en muchas vías. Claro que también influye la educación y entonces, tendríamos algo más de que hablar.


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