(JCR)
Durante los 20 años que pasé en Uganda trabajé bastante en escuelas, como profesor y capellán. Recuerdo un instituto al que acudía con bastante frecuencia en el que me llamaba la atención ver juntas en la misma aula a algunas muchachas musulmanas ataviadas con el hiyab y a dos jóvenes religiosas de una congregación local que se cubrían la cabeza con sendos velos blancos. Nunca vi ningún conflicto entre los alumnos, entre los cuales había católicos, protestantes, musulmanes y algunos que no practicaban ninguna religión, ni tampoco hubo nunca ninguna controversia sobre si se podía o no llevar velo, aunque me llamó la atención que entre las normas del colegio figuraba que las chicas no podían llevar ni trenzas ni pendientes, supongo que para no distraer (por usar una palabra inocente) a sus compañeros de clase de sexo masculino, en edades de bastante efervescencia.[...] Leer más!