Revista Opinión

Ven para darte lo tuyo

Publicado el 03 septiembre 2015 por Diariocubano

Reducen el drama de la frontera a un problema de quién la tiene más grande. Hablamos de los Estados como si fueran antropomorfos. Por eso decimos que tienen intereses e intenciones, decimos que actúan, que mueren. Lo hacemos con fines analíticos, nuestro lenguaje es más rico y preciso cuando se habla de lo antropomorfo, pero, si algo ha mostrado el feminismo, es que siempre es peligroso creer que las metáforas antropomórficas que usamos para hablar del mundo no tienen género. El género es un sistema simbólico de significados que crea jerarquías sociales basadas en asociaciones con lo femenino y lo masculino. Cuando decimos cosas como “Colombia tiene que amarrarse los pantalones”, sin duda estamos haciendo asociaciones de género y creando jerarquías, privilegiando comportamientos que asociamos con lo masculino. Los Estados adquieren su género de la misma manera en que o adquirimos nosotros, a través de la repetición performática de acciones.

La feminista Ann Tickner ha criticado ese paradigma dominante entre los Estados de proyectar los valores asociados con la hegemonía masculina. Un Estado debe ser “agresivo” y “dominante” para ser fuerte. El trabajo de Jean Bethke Elshtain demuestra que la confrontación, y su expresión máxima, la guerra, son una forma de constituir la identidad de los individuos y de los Estados desde las características masculinas. Bruce Curtis explica que estas características se ven a través de acciones, usualmente violentas, orientadas a “proteger” a las mujeres, los niños y “el país” por medio del uso de la rigidez y la fuerza, y valores como la autonomía y la soberanía nacional y los discursos sobre seguridad paternalistas que dejan a “los protegidos” en situación de dependencia y obediencia frente a sus “protectores”. El machismo en las Relaciones Internacionales ha llevado a pensar que quien está a la ofensiva tiene ventaja frente a quien se defiende, y por eso se glorifica una actitud confrontativa, como la que hoy usa Maduro para compensar su incapacidad para restaurar el cataclismo económico que vive Venezuela.

“La xenofobia nos dará identidad”, debió decirle con palabras más simples a los organismos estatales de comunicaciones antes de que lanzaran su campaña de Twitter contra los colombianos. Mientras tanto, los colombianos le reclamamos a Santos “tener cojones”, y Uribe aprovecha para levantar su puño, reclamando el regreso de su consigna “mano dura, corazón grande”, que parece inventada por un golpeador de mujeres. Colombia tendrá el Ejército más fuerte de la región, pero eso no sirve ni para asustar cuando no tenemos amigos entre nuestros vecinos. Mientras Venezuela ha intentado hacer lo que puede con ese frente de izquierda que se inventó Chávez, los colombianos le abrimos el camino hace años a las bases militares gringas, bombardeamos territorio ecuatoriano y nos hicimos los locos, acusamos a Panamá de paraíso fiscal, entre muchas otras agresiones y desplantes a nuestros vecinos. Y lo que se vio en la OEA, ante esta crisis fronteriza, es que ser el Estado más machito nos ha dejado solos. Creer que la crisis que viven tantas familias colombo-venezolanas hoy en día se resuelve por la fuerza es no entender que Colombia y Venezuela, tienen una relación interdependiente y simbiótica y pasar por encima de los habitantes de la frontera, que hacen parte de una nación previa a las divisiones políticas de los Estados. No basta poner a las mujeres de cancilleres para incorporar una perspectiva feminista en las relaciones de nuestros países, se necesita una aproximación colaborativa para construir una región más fuerte, que pueda potenciar nuestras capacidades y resolver de manera conjunta nuestros problemas, que a pesar de las fronteras, siempre serán compartidos.

@Catalinapordios

Via:: Colombia


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