Le quiero. Y no me preguntes porqué, por que no sabría explicarte como emana de mí ese sentimiento que parece un río desbordándose por cada una de mis venas. Le quiero, simple y llanamente, sin razón, sin condición y lo que es mejor, porque sí.
Me vino en el momento justo, cuando levanté un poco mi coraza para respirar, tomar aire fresco y entonces, su sonrisa se cruzó con mi mirada y pensé “ven, verás que desastre vamos a formar”. En ningún momento busqué en brazos ajenos ningún tipo de consuelo, ni mucho menos unos labios que despertaran a los míos que hace tiempo dormían y me besaran como nunca, pero él se dedicó a suplir cada una de mis carencias sin yo pedir; y que bonita sensación cuando te dan sin exigir nada a cambio. Empezó a quererme, con todas las fuerzas de su alma y con todos los poros de su piel y yo en ese momento, me dejé querer; es tan bonita la sensación de estar confortable en alguien, que sin dudarlo me dejé llevar como una quinceañera, sin pensar en ti y en las consecuencias.
Él era calma, cuando tú eras ira, él era fuego mientras tú siempre fuiste agua, y en éste mar de contradicciones fue donde me perdí. Necesitaba todo lo que me ofrecía puesto que tú dejaste en algún momento de dármelo y me sentí afortunada de que supiera colmar mi ser de cariño y deseo, cuando tú dejaste de hacerlo hace ya demasiado tiempo.
No sé en qué momento me soltaste de la mano, pero al caminar sola y sin rumbo, alguien decidió apretarme fuerte y sacarme a bailar, ver la mejor cara de la vida, apreciar cada uno de los colores que ofrece el día y no solo el gris de tu mirada, de tu mal humor o tu indiferencia. Él ha sido el mejor desastre que mi caos pudo encontrar, sin quererlo, sin buscarlo me hizo de nuevo vivir. Lamento contarte el porqué de mis silencios y de mi nueva sonrisa y darte tan malas explicaciones a algo que se me escapó de las manos, lamento silbar mi canción favorita mientras cocino para ti, pero pienso en él, lamento sonreír cuando te vas porque es mi momento favorito del día porque así le puedo llamar y lamento estar contando las hora para juntar mi piel con la suya y vibrar.
Le quiero, aunque me lo niegue mil veces e intente resistirme a él, es tan fuerte lo que me une como lo que me desata a ti. No quiero hacerte ningún mal, ni deseaba que las cosas fueran así, pero me abandonaste de espíritu y llegó quien supo ver en mí cosas que hace años tú ya dejaste de ver. No es amor lo que siento por ti, pero si lealtad y aprecio, empatía por estos años de convivencia que más o menos hemos sabido llevar; la apatía de tus besos y caricias me quitaron cualquier atisbo de ilusión de luchar por algo que poco a poco fue muriendo y quizás fui yo o ambos, pero nos dejamos arrastrar por la rutina que nos comió poco a poco y sin darnos cuenta. Cuando quise despertar ya era tarde, ya tus ojos no eran los de antes, ni tu mirada, ni siquiera tu sonrisa, se perdió la complicidad y el sentido del humor y éramos dos, sentados en un inmenso salón mirando la televisión como completos desconocidos. Que triste es perder la ilusión de tantos años, que triste es perder toda una vida contigo por no tener ni tú ni yo ganas de luchar.
No quisiera ser la causa de tu dolor, ni de todos tus males, pero la vida volvió a darme una nueva oportunidad y debes entender que si no la aprovechara moriría contigo, pero de infelicidad. Creo que me debo una vida, una felicidad y un amor que me haga sonreír por dentro y por fuera, que aproveche todo lo que soy capaz de ofrecer y que me cuide y me ame con tanta fuerza que me rompa, pero para bien.
Nos merecemos respirar dentro de éste profundo desastre. Nos merecemos ser más de lo que somos y volar, pero cada uno con distinto rumbo, cada uno hacia un nuevo lugar.
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