Revista Diario

Vencejos de Madrid

Por Enrique23

Vencejos de Madrid

Vencejos dejándose caer desde el cielo de Madrid hasta mi ventana. A lo lejos la bandada dispone cómo ha de distribuirse por la ciudad. Casi en primer plano un vencejo planea y sorprende en su vuelo veloz al objetivo de la cámara…

 

Hace dos años por estas fechas escribí unas notas hablando de los vencejos, que ya iban llegando a la ciudad. Siempre anuncian su llegada dejando oir sus grititos agudos en el cielo. Y cuando descubrimos su presencia, ahí los vemos volando velocísimos, surcando las alturas en indescriptibles piruetas que desafían con su técnica perfecta las leyes de la física. A corta distancia, si alcanzamos a verlos, destaca entre su pardo negruzco plumaje una tímida marca blanca en la garganta, que les llega hasta el diminuto pico y aún lo sobrepasa. Sus patas son también mínimas, dotadas de grandes garras de las que se prenden cuando llegan de las alturas hasta sus cobijos en paredes verticales, fachadas de edificios o salientes de cualquier naturaleza, para poner, para atender a las puestas y para criar a la estirpe. El resto del tiempo lo pasan volando. Comen volando, duermen volando, copulan volando. Solo la crianza supone una breve pausa en su breve existencia. Pura fantasía para cualquier existencialista romántico.

 

Llegan todos los años, y al verlos pienso siempre en el sol de la primavera, en el éxtasis de los sentidos que estimula esta estación, preámbulo del verano, de las vacaciones, del relajo necesario para seguir adelante…  “Ataráxia vital, sensación imprescindible, cambio de aires, diástole que el corazón agradece y al verbo dilata como en una inspiración profunda, motor para la pluma  que se oxigena y revive en el momento pasado y lo escribe en el presente “. (Ernesto H.  Bernal, Panamá)

 

Madrid es una ciudad fácil para los vencejos. Edificios altos, innumerables oquedades repartidas por doquier, tiempo exquisito para estos infatigables voladores y comida, mucha comida. Los vencejos que ya podemos ver en la ciudad se alimentan de todos esos bichos que tanto nos molestan en cuanto el calor comienza a hacerse presente. O sea, insectos de todo tipo: moscas, mosquitos, mariposas, escarabajos, etcétera.

 

Ya están de vuelta estas aves migratorias que tanto estiman nuestro clima soleado y sosegado. En estos últimos tiempos más soleado que sosegado. Es igual, siguen viniendo. Bienvenidos sean.

 

El año que viene, si me acuerdo, volveré a hablar de los vencejos.

 

 


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