Una historia sin concesiones, donde el lector no podrá estar seguro de si lo que piensa se lo está susurrando alguien
Recurriendo a las palabras del autor, José Luis Tomás, esta novela es un “thriller no muy convencional” sobre la muerte de una pintora. Un periodista de sucesos, Gonzalo Quesada, encargado también de la sección de necrológicas de su periódico, tiene un hobby un tanto extraño: cada cierto tiempo elige al azar un fallecido de su sección necrológica e investiga su vida para reescribirla tal y cómo él piensa que aquella persona hubiera querido que fuera.
Cuando acompañando a su amigo, el subinspector Ramos, descubre el rostro de la pintora fallecida, decide reconstruirle la vida. Al comenzar su investigación cerca de las personas que convivieron con la pintora, va descubriendo los aspectos turbios en los que su vida estuvo sumida y la existencia de un cuadro que, al parecer, contiene las claves para desenmascarar una trama de corrupción urbanística y blanqueo de capitales. Y las claves para solucionar este entramado están ocultas en un cuadro.
En una obra de este tipo, y como hemos aprendido gracias los casos de corrupción que tantas horas ocupan en nuestros informativos, detrás de todo parece estar un prestigioso empresario: Ruus van Loos.
Sobre el autor:
José Luis Tomás Porta es de Valencia, donde se licenció en Historia del Arte y Humanidades. Este no es su primer contacto con el mundo de las letras, ya había publicado 2 libros de relatos: Cuentos para Sara y otras princesas, y Entrepuertas y escaleras. También es autor del poemario Poemas para la mujer de negro.
Además, ha colaborado en diferentes proyectos literarios, como el grupo de literatura pulp La Fábrica de Basura y en la revista Delito. Editó la revista electrónica de literatura Desletras y el periódico digital El Imposible