Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.
Martin Niemöller
Hemos llegado a un punto en el que nos estamos jugando bastante más que un gobierno. Dejémonos ya de lamentarnos por a quienes hemos votado, al final dará igual quién gobierne si la mordaza va a ser la misma. El sistema se nos cae a trozos, la poda de la democracia se extiende como un manto negro que al final todo lo va a cubrir y como decía Niemöller no va a quedar nadie que pueda protestar.
Antes que hablar de gobiernos creo que todas las fuerzas políticas deberían sentarse y reflexionar sobre si estamos perdiendo la democracia, la libertad y los derechos más básicos. Después deberíamos hacer ver al presidente en funciones que el uso que ha hecho de su Ministerio del Interior no es muy acorde con la de un estado democrático. Debería entender que el lado oscuro está bien para Star Wars pero no es bueno para ningún gobierno que se precie en pleno S.XXI . Eso hay que cambiarlo y ahora es el momento.
En un estado que se supone moderno y democrático el Ministerio del Interior es extremadamente delicado porque en sus manos está gran parte de la “coacción” que puede ejercer un estado. Para entendernos, es el que tiene “las porras”, cuenta los votos, dispone de la policía y la mayoría de los órganos que se pueden emplear para “acogotar” a los seres humanos normales. Si hasta aquí estamos de acuerdo, entonces deberíamos no pasar por alto el hecho de que desde este ministerio esta última legislatura se nos ha amordazado, se han condecorado vírgenes, recompensado a unos periodistas y perseguido a otros o incluso emitido informes salidos de las mismísimas cloacas para atacar a partidos políticos, que a pesar de ser rechazados cuatro veces por el Supremo y la Audiencia siguen erre que erre hasta que serán investigados por el Tribunal de Cuentas ( tribunal que nunca quiso saber de otros asuntos anteriores).
Pero el caso más terrorífico es el de pillar al ministro con el jefe Antifraude de Cataluña conspirando contra otros políticos al más puro estilo Richelieu y Mazzarino todo en uno. Esto es algo que escandalizaría a cualquiera que aprecie la democracia y que ya ha acabado con uno de los dos interlocutores, mientras que el ministro sigue en pie, intocable y encargándose de que se aplaque al continente y no al contenido en este feo affaire. Todo sin que su jefe, el presidente, haga nada al respecto, consintiendo este comportamiento, porque podemos hacernos los locos y creer que no lo sabía, pero ahora ya lo sabe y no ha cambiado nada. Ese asunto debería servir como medida de presión a la hora de negociar con el PP y su política pseudoabsolutista e indolente.
Debemos darnos cuenta de que ya no están en juego votos ni apoyos sino algo más importante. Si no somos capaces de dar la vuelta a la situación y seguimos tolerando la forma de gobernar que estamos viviendo. Si no defendemos a todos y cada uno de los perjudicados por la política represiva e injusta y si no hacemos ver que no nos sirve el terror por el terror, un día no muy lejano será a nosotros por quienes vendrán a buscar desde el Ministerio, a quienes recortarán nuestros derechos y entonces ya no quedará nadie para defendernos.