Hay dos temas tabú para la Administración en materia medioambiental: el uso de venenos y el furtivismo. Sacar a la luz esos dos temas, como me comentó hace varios años un responsable de la Consejería de Medio Ambiente, "da mala imagen". Debe ser que daña la "marca Asturias". Por lo que se ve, las matanzas de lobos, las plantaciones masivas de eucaliptos, las incineradoras o las centrales de ciclo combinado, la deben engrandecer.
El caso es que por muchos esfuerzos que haga la Administración por ocultarlos, tal como se explicaba en un informe de WWF, en el que se definía la situación de la lucha contra el veneno en Asturies como "muy insatisfactoria", envenenadores y furtivos no son algo del pasado, sino que siguen actuando y desgraciadamente mucho más de lo que la mayoría de la gente piensa. El uso de venenos ya ha sido denunciado en numerosas ocasiones y los informes confirman la incidencia de estos productos sobre la fauna, incluso dentro de los espacios protegidos.
El furtivismo, que ha sido junto a la caza deportiva el causante de la situación de extinción virtual por la que pasan algunas especies, como por ejemplo el Urogallo cantábrico, tampoco es algo lejano ni una actividad anecdótica. Todos los años, cientos de lazos son retirados del monte por la guardería, y a pesar de todo, muchísimos más siguen quedando, provocando la muerte de gran cantidad de animales, incluso de osos pardos o linces.
Y si la situación "en tierra" es alarmante, la situación en los ríos no es mucho más halagüeña. Yo mismo he observado en varias ocasiones ríos envenenados con lejía durante mis trabajos de muestreo. La lejía se sigue empleando para capturar truchas y otras especies piscícolas, que una vez muertas son arrastradas por la corriente aguas abajo y recogidas por los delincuentes que la utilizan. Pero además de esto, en muchos ríos se colocan redes ilegales e incluso se practica la pesca son arpones para capturar salmones en los pozos. Hoy mismo aparece en una noticia en La Nueva España y en El Comercio en la que se denuncia el aumento de los casos de furtivismo y en la que se comenta la incautación de una red en el río Esva y se denuncian los casos de salmones arponeados.
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Lo más curioso es que una de las razones que según los pescadores favorece el aumento del furtivismo es la vegetación de las orillas y la "falta de limpieza de los ríos", entendiendo por suciedad la existencia del bosque de ribera. También denuncian la falta de vigilancia, algo en lo que coincido porque además de la escasez de guardas, no debemos olvidar que durante la temporada de pesca, gran parte de la guardería se encuentra en los precintos a la espera de que un pescador llegue con un salmón y que durante gran parte del invierno y la primavera, muchos de los guardas que deberían vigilar el río pasan gran parte de su jornada laboral matando cormoranes cumpliendo órdenes de la Administración. Se ve que estas aves son mucho más perjudiciales para el río y los salmones que la lejía, las redes y los arpones.
Hace pocos días, Greenpeace sacaba a la luz un informe titulado Radiografía social del medio ambiente en España, en el que criticaba duramente la situación medioambiental de Asturias y la falta de actuaciones de la administración regional para solucionar esa situación. Tras la presentación de este informe, la Consejería de Fomento respondió diciendo que "dañaba a la Marca Asturias", eso era lo realmente importante para ellos. De nuevo volvemos a matar al mensajero y a esconder la cabeza debajo de ala para no ver lo que pasa a nuestro alrededor.
Los eslóganes, los carteles publicitarios y las campañas para atraer turismo, aparte de costarnos a todos varios millones de euros anualmente, solo son eso, imágenes y palabras. El primer paso para solucionar los graves problemas a los que se enfrenta nuestro medio ambiente es asumir que existen y no esconder la porquería debajo de la alfombra.