Veneramos la mentira

Veneramos la mentira.

No nos gusta la realidad nos parece fea, sucia, macabra, despiadada, mezquina.

La realidad está hecha a nuestra imagen y semejanza, por eso tampoco nos gustamos a nosotros mismos y tratamos de escapar hacia el abismo, hacia una mentira que nos endulce el día a día.

Veneramos la mentira, por que la verdad escuece. La verdad nos hace contemplar sin filtros nuestra inmensa insignificancia.

Veneramos a políticos corruptos, actores del método, casposos héroes deportivos o dioses diseñados a medida porque nos mienten. Nos mienten enseñándonos una verdad de mentira que nos hipnotiza con atractivos brillos imaginarios.

Veneramos la mentira descarada del que nos dice lo hermosos que parecemos, lo listos que somos y la bondad que irradia nuestra majestuosa personalidad.

Tratamos de destruir la indestructible verdad que nos mortifica a diario en la contemplación de dulces mentiras que veneramos y consumimos con la fruición de un yonki. Elevamos al Olimpo de la divinidad a todos aquellos que saben mentirnos como queremos y les veneramos con devoción mentirosa.

Veneramos la mentira.

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