Hace algunos años, visite por varios días la ciudad de parís. En durante mi estadía, visite con mi familia, el Arco del Triunfo, yo vestía dignamente la camisa de mi equipo de Beisbol Leones del Caracas y de pronto escucho risas y bromas sobre mi equipo. Se trataba de un gran grupo de compatriotas, que estaban de viaje también. Esto se repitió, en varias ocasiones y siempre fue agradable, de hecho la mayoría de esos encuentros fue con gente joven que estaban estudiando en esa ciudad. Algo parecido lo viví en Roma, pero con los compatriotas que me encontré, casi todos estaban trabajando de promotores de rutas turísticas en la calle y no se veían muy estables, pero si contentos de encontrarse con coterráneos.
En cuanto al trato que recibimos en ambas ciudades, fue muy bueno, las personas eran atentas y nos veían con mucho respeto. En Roma, de compras en una zapatería, en principio creían que éramos norteamericanos y luego al enterarse que procedíamos de Venezuela, el dueño y su esposa, recordaban con mucho cariño sus viajes a la isla de Margarita y al archipiélago de Los Roques. Me sentí muy orgulloso.
Pero las cosas cambian o por lo menos esta es mi apreciación durante mis últimos viajes. Estando en Buenos Aires, nos trataron bien, pero con algo de distancia en un principio, hasta que se daban cuenta que éramos solo una familia de turistas. Creo que esto se debía a la gran cantidad de venezolanos residentes en esa ciudad y que en algunos casos se dedicaban a la economía informal e ilegal (cambio de divisas en la vía pública). En otro viaje, estando en Varaderos, por vacaciones familiares, también el trato fue bueno, pero casi todo el mundo malinterpretaba nuestra presencia, ya que creían que vendíamos productos de uso personal o cambiábamos divisas. Tanto fue el caso que una persona del hotel donde nos hospedábamos, nos dijo que éramos de lo más raros, ya que realmente estábamos de vacaciones, cuando la mayoría de los que procedíamos de Venezuela, íbamos con otros fines.
Creo por nuestras necesidades internas como país, nos hemos visto obligados a buscar soluciones fuera de nuestras fronteras, que no son las mejores y aunque quienes han abrigado estas prácticas, no bien vistas, no son la mayoría, si han contribuido a que nos perfilen de forma inadecuada y generalizada durante los últimos años.
Próximamente la tercera parte.