Revista Opinión
Son muchas las circunstancias y factores que nos llevaron a desembocar en un desastre político en Venezuela. Muchos saben que estamos mal, pocos o nadie sabe como solucionar o tan siquiera por donde empezar. No es para nadie un secreto que los niveles de calidad de vida del Venezolano hace años dejo de ser optimo. Y la psiquis oficialista estimula a que nos vayamos acostumbrando a eso.
El oportunismo y la viveza de unos pocos, esta destruyendo la cotidianidad de millones de ciudadanos que salen día a día a luchar por un futuro, poniendo en riesgo su vida con el solo hecho salir a la calle. Es un país donde desentonan las land rover que pasan en la autopista con una docena de escoltas y los saqueos diarios para sobrevivir. El descaro con el cual los funcionarios opinan sin el menor pudor cualquier barbaridad. El estado de derecho y los deberes no existen.
Los poseedores del poder, creyéndose intocables, aprisionan y presionan a una ciudadanía que se niega a morir. Unos pagados por altos gerarcas, otros que por trabajar en un consejo comunal creen tener a Dios agarrado por la chiva. La soberbia oficialista se transmite como un veneno tan solo al probar la mas mínima cuota de poder. Sin contar, que los mismos que están afectando son los cuales van a estar cerca al terminar esta década negra en Venezuela.
El poder es la enfermedad mas peligrosa que absorbe hasta al mas mínimo funcionario ejecutivo de Venezuela. Los instintos mas despreciables pueden ser llevados a cabo sin ningún rubor ni conciencia y son perdonables. La justicia comprada, los poderes secuestrados, los colectivos armados, la delincuencia sin comparación, los valores perdidos, la insensibilidad gubernamental, el desprecio al uno al otro, los políticos descarados, el robo permisivo, el nepotismo de estado, el facilismo, el amiguismo, la corta libertad de expresión, los monopolios del gobierno, los controles sociales pintados de ayudas, los pranes jefes de las carceles, eso y mas son parte de un cóctel del desastre en el que Venezuela esta inmersa sin mirar la luz al final del túnel.
Ayudémonos y no dejemos de luchar. El cambio empieza por uno mismo. Dejemos de ser parte del problema y seamos parte de la solución. No colaboremos mas con esa enseñanza comunista de que esta mal si no esta con nosotros. Venezuela no es un país de enemigos, sino un país de panas.
Saludos.