La victoria de la oposición venezolana el pasado 6 de diciembre durante las elecciones a la Asamblea Nacional tomó de sorpresa a “tirios y troyanos”.
Los mismos opositores de la Mesa de la Unidad Democrática no estaban seguros de lograr la mayoría de curules en el parlamento y advertían al mundo de un inminente fraude. Por eso, se quedaron perplejos cuando el Consejo Nacional Electoral anunció que los representantes de la MUD habían obtenido 107 escaños del total de 167 y los candidatos del partido gubernamental Partido Socialista Unido de Venezuela quedaron con 55 curules.
Tampoco los auspiciadores de la MUD opositora de Washington estaban seguros del éxito, aún después de invertir en sus seguidores serviles de la Mesa de Unidad Democrática más de 50 millones de dólares, según el estudioso norteamericano James Petras. Ellos se prepararon para la violencia post electoral y desplazaron su portaaviones US George Washington a Guyana en las cercanías del río Esequivo para una posible intervención el mismo día de las elecciones parlamentarias en Venezuela.
Sin embargo, no se produjo ni un mínimo de la violencia, el gobierno de Nicolás Maduro aceptó serenamente la derrota lo que dejó sin palabra a los opositores y a sus auspiciadores de Washington. Lo único que les quedó fue decir que triunfó la democracia y el presidente Maduro, denunciado por la prensa globalizada internacional y local como un “dictador sin escrúpulos” resultó ser un auténtico demócrata. Por supuesto, esto lo acallaron los globalizadores mediáticos. Inclusive, Moisés Naim de la revista norteamericana “The Atlantic” sugirió que “el mismo gobierno dejó que la oposición ganara” para después instalar con mayor facilidad y “sigilosamente una dictadura para socavar la eficacia de la oposición utilizando filibusteros y tácticas dilatorias”.
Realmente la fantasía de los “iluminados” pensadores, tanto neoliberales como neoconservadores, no tiene límites mientras que su análisis peca de constante ignorancia. Lo que sucedió fue que un kilo de harina de maíz, una crema dental y una coca cola cegaron la conciencia del pueblo venezolano que votó con su propio estómago y no pensó en el futuro de sus hijos. El sentido de la Patria se redujo simplemente al nivel del valor de un rollo del papel higiénico. Entonces la mayoría de los votantes, incluyendo a muchos chavistas, se decidieron por “el voto castigo” al gobierno, optando por el cambio en la Asamblea Nacional. Ellos piensan que de este modo se podría conseguir más fácil los productos y acabar con el desabastecimiento y el “bachaqueo” (contrabando).
En Venezuela la oposición ha sabido aprovechar la guerra económica
En esta situación hubiera dicho Esopo, que los votantes optaron por el lobo y “cuando el lobo se empeña en tener la razón, pobres corderos”. Los venezolanos sufragaron sin conciencia política, entregaron su voto de confianza a las mismas personas de la derecha recalcitrante que deliberadamente, provocaron la actual crisis económica del país, el acaparamiento de los productos de primera necesidad, el contrabando, incentivaron la violencia y un bloqueo creado dentro de su propio país. En realidad, votaron en contra de un proceso que ha velado durante los últimos 15 años por sus intereses personales y colectivos. Se dejaron arrastrar por un momento de desesperación y se olvidaron de lo que la Revolución Bolivariana hizo para el pueblo.
Ahora tendrán que estar atentos cómo la MUD va a “salvar Venezuela”, según la consigna de uno de los líderes de los opositores y ex candidato presidencial Henrique Capriles Rodonski. El siete de diciembre pasado el mismo personaje reconoció que dentro de la oposición “hay posturas distintas”. Los cambios, que durante más de un año la oposición prometía para sacar al país adelante, después de ganar la mayoría en la Asamblea Nacional, según Capriles, no podrían ser resueltos durante mucho tiempo y la “crisis seguirá igualita”.
Y no podría ser de otra forma, los opositores con la ayuda mediática, financiera y sicológica de Washington crearon un “Monstruo de Frankenstein” con el propósito de desatar una guerra económica interna para terminar con el chavismo. Ahora este monstruo adquirió tal fuerza que ya salió fuera de los límites del antichavismo, amenazando a sus propios creadores pues será imposible dominarlo usando métodos democráticos. Sumida en su odio de clases, la oposición no tiene un lógico plan de gobierno, no sabe qué es lo que tiene que hacer para complacer la confianza del pueblo y hacer aparecer desde el próximo seis de enero, cuando asumirán sus responsabilidades parlamentarias, todos los productos que hoy se encuentran acaparados y escondidos.
Recién, después de esta fecha, el pueblo empezará a despertar despojándose de las ilusiones de prosperidad y seguridad. Hay todos los indicios de que este proceso tendrá un ritmo acelerado. Ya al segundo día de la victoria de la oposición, la declaración del secretario general de la MUD, Jesús “Chuo” Torrealba diciendo que “el chavismo murió con Chávez como un símbolo político y como cultura social y por eso es nuestra obligación sacar a Chávez del Cuartel de la Montaña 4F donde está reposando su cuerpo”, produjo una marcha de protesta en Caracas, en la Vecindad 23 de Enero. Sus representantes declararon que “Chávez es intocable, meterse con Chávez es meterse con el pueblo, es buscar que el pueblo se arreche”.
La crisis económica marca las elecciones parlamentarias en Venezuela
Por su parte la Federación de Cámaras y Asociación de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) y el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio)-las mismas entidades que en 2002 participaron en el golpe de Estado contra Hugo Chávez y posteriormente promovieron la paralización de la industria petrolera, también pusieron en guardia a los trabajadores venezolanos al divulgar su plan de derogar varias leyes para suprimir el control estatal sobre los servicios públicos y empezar el proceso de privatización del sector productivo estatal.
Los empresarios quieren acabar con la Ley Orgánica de Trabajo, la Ley Laboral Lott para eliminar la reducción de la jornada laboral y el disfrute de los trabajadores de sus días libres, la Ley de Arrendamientos Inmobiliarios, la Ley de Emergencia de Vivienda y Terrenos Urbanos y la Ley Contra la Estafa Inmobiliaria.
Los opositores quieren también, poner fin al gasto social “alocado” y reducirlo drásticamente terminando con la mayoría de las Misiones Bolivarianas que son programas para luchar contra la pobreza, programas de educación, consultas médicas gratuitas, acceso al crédito subvencionado para adquirir una vivienda, además de programas culturales, científicas, medioambientales, dedicadas a los derechos indígenas. En total, a pesar de la caída de los precios de petróleo y la crisis económica inducida que está atravesando el país, el gobierno de Maduro mantiene una inversión social que alcanza un 60 por ciento del presupuesto nacional lo que garantiza la salud, educación, alimentación y estabilidad laboral de la población. Sin embargo, los votantes no quisieron ver esto e inclusive los tres curules asignados por la Constitución Bolivariana a los pueblos indígenas pertenecen ahora a los partidarios de la Mesa de la Unidad Democrática.
Recientemente el presidente Nicolás Maduro declaró que los opositores “ya sienten que tienen el poder y ya han sacado los colmillos para perseguir al pueblo. La burguesía quiere imponer la restauración neoliberal”. Frente a esta situación el gobierno de Venezuela está preparando las medidas para poner en marcha los mecanismos de defensa de la revolución bolivariana empezando con la discusión urgente con el Poder Popular sobre las 3R: Revisión, Rectificación y Reimpulso. Después del análisis de las 3R el gobierno deberá hacer gigantescos esfuerzos, tanto institucionales como estructurales, para afrontar y derrotar la guerra económica poniendo fin también al amiguismo y tratar de reducir la corrupción.
Por supuesto, no será una tarea fácil pues tendría que superar su incapacidad y timidez para crear y poner en práctica los mecanismos para desarticular la guerra económica interna subvencionada por Washington cuyo rol describió Julian Assange en su libro “The WikiLeaks Files: The World According to U.S. Empire” en el capítulo dedicado a América Latina. Lo que el presidente venezolano no debe olvidar que para los detractores de la Revolución Bolivariana todos los métodos son válidos, mientras que los presidentes progresistas de América Latina se adhieren a los postulados democráticos que los globalizadores corporativos “iluminados” están pisoteando día a día.
Hace como 13 años atrás, cuando Venezuela estaba sumergida en un caos provocado por el golpe de Estado, escribí en mi libro “Desde las Entrañas” que “Los pasos de Chávez, para sobrevivir, salvar a su pueblo de la masacre y de la entrega total del petróleo a las corporaciones, deben estar orientados a seguir el ejemplo de Estados Unidos y adoptar el concepto de Henry Kissinger, que es la base de existencia del modelo norteamericano y que se sostiene parafraseando a Goethe: “Si tengo que elegir entre la justicia y el desorden (democracia) de un lado y la injusticia y el orden de otro lado, yo siempre prefiero la injusticia y el orden”. “Esto lo estamos viendo hoy día en EEUU y ante nuestras narices. Cuando los portuarios de la costa del Pacífico entraron en huelga, el presidente Bush los amenazó y dijo que usaría los decretos de guerra porque estaban poniendo en peligro la economía nacional y, como resultado, la seguridad nacional, entonces, la huelga se acabó en un abrir y cerrar los ojos, porque los esperaba la cárcel y miles de dólares en multas a los huelguistas”.
Así soluciona sus problemas el país que pregona la democracia a los cuatro vientos, mientras el gobierno de Venezuela está perdiendo el tiempo enfrascado en la discusión de las 3R y esperando ver el fracaso de los opositores para sacar al país de la crisis. Ya es hora de dejar de ser un “blandengue” y amarrarse bien las “chamarras” para salvar a su patria que la oposición plantea hundir. Esto lo habría hecho Hugo Chávez.
Revista América Latina
Vicky Peláez