Desde inicios del presente año 2019, los venezolanos estamos experimentando el total abandono en cuanto al suministro de energía eléctrica se refiere.
Los cortes eléctricos, también llamados por el gobierno «planes de administración de carga» han ido en aumento, partieron con una duración de un hora, luego dos horas, después tres horas, y así sucesivamente hasta llegar donde estamos, con un racionamiento de al menos 12 horas diarias. Si, por lo menos la mitad de cada día de nuestra vida en Venezuela, se desarrolla sin energía eléctrica. Cabe destacar, que estos cortes se dan con mayor o menor regularidad dependiendo del estado en el que nos encontremos. En este orden de ideas, evidentemente el lugar donde se realiza con menor rudeza estas acciones es en la sede del poder ubicada en Caracas. Sin embargo, para el resto del país esta tortura es incesante.
Durante meses, se ha tenido que aguantar esta situación sin ninguna solución, sin alivio y sin mejora previsible. No se trata sólo de quedar totalmente en penumbras, es importante entender también las condiciones climáticas de cada región, por ejemplo, existen estados del país con temperaturas que superan los 34° grados centígrados, donde ancianos y niños son los que más sufren, ya que en este contexto, incluso beber agua fría se convierte en un lujo.
En cuanto a este tema, la negligencia es tan grande, que lo único que se ha propuesto en todo este tiempo es crear turnos para el racionamiento, es decir, en vez de pasar 12 horas seguidas sin energía eléctrica, alternar cada 6 horas el servicio eléctrico. Se podría pensar que es una medida positiva pero como todo lo que hace este gobierno, esto tampoco funciona. Debido a que no se cumplen los horarios, no hay control y mucho menos estabilidad. En tal sentido, cada día y cada noche se vive en desasosiego, sin saber si habrá o no electricidad.
En el escenario descrito, merece la pena acotar que ante tantas fluctuaciones de voltaje la mayoría de los electrodomésticos sufren averías, que normalmente son irreparables. Ante las consecuencias de la terrible gestión del gobierno, nadie responde, nadie se hace responsable. De esta forma, poco a poco se van dañando aires acondicionados, neveras, televisores, entre otros bienes que nos costaron tanto obtener y que ahora son imposibles de reponer, al menos para el 90% de los venezolanos.
Por último, deseo hacer hincapié en que esta realidad más que cruda, es inhumana e insoportable, es perfecta para perder la cordura y abandonar la esperanza. Sin embargo, en medio de la oscuridad, aún tengo la certeza de que el mal no prevalecerá. Tengo mi confianza puesta en Dios y Él no sabe quedar mal.
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