Indudablemente que la reacción del pueblo venezolano al votar masivamente por el cambio y haberle dado a la oposición una clara mayoría de dos tercios es algo que nos causó mucha felicidad. Dos terceras partes de la población se opuso al gobierno marxista de Nicolás Maduro y le otorgó a la oposición amplios poderes para hacer cambios.
Pero esto no quiere decir que los problemas de Venezuela vayan a comenzar a solucionarse. De hecho, es todo lo contrario lo que se avecina. Los problemas apenas van a comenzar.
Cualquier político sensato hubiera entendido el mensaje del pueblo a través de su voto, y buscaría acuerdos con la oposición ya que su posición política se ha debilitado tanto que algunos dicen que se “tambalea”. Pero lejos de hacer eso, Maduro, que no es ni sensato ni inteligente, ha adoptado una postura beligerante, se niega a aceptar la derrota, no quiere escuchar la voz del pueblo y se prepara para un enfrentamiento con el pueblo y con las fuerzas de la oposición.
Y mientras Diosdado Cabello pide la destitución del Ministro de Defensa que impidió que se consumara un fraude electoral, el presidente Nicolás Maduro anuncia la restructuración total de su gabinete y “avisa” que no solo vetará cualquier Ley de Amnistía que la recién electa Asamblea apruebe, sino que no permitirá que se ejecute y eso implica hacer uso de la fuerza. Del mismo modo, Cabello anuncia que los nuevos jueces quedarán nombrados antes de que la actual Asamblea deje de funcionar.
Y seguramente están cocinando otras medidas, pero el mensaje es claro: No van a permitir que la oposición realice cambios y si fuera necesario, utilizarán la fuerza para impedirlos. Se enfrentarán al pueblo y a sus líderes. El camino constitucional será abandonado de una vez por todas y Venezuela se encaminará al totalitarismo del Siglo XXI.
Se sabe que es muy difícil derrotar a una dictadura mediante el voto y aunque los venezolanos lo lograron, solo ha sido una victoria simbólica y emblemática que la dictadura chavista no acepta. En el horizonte de Venezuela se perfilan problemas. Desde una radicalización de la dictadura, hasta el uso de toda la represión que sea necesaria, lo que implica golpes, represión, prisión, muerte, tiranía.
Si el día de las elecciones los venezolanos tenían que defender su victoria para que no les robaran el triunfo, hoy el problema es más serio pues les quieren robar su país como en su momento Fidel Castro se robó a Cuba para el marxismo castrista. Es imposible predecir todo lo que puede suceder, pero sabemos sin duda que muchas cosas van a ocurrir y que la mayoría serán malas, muy malas. Y las armas las tiene el ejército. La fuerza la tiene el ejército, y la única forma de derrotar a la razón es mediante el uso de la fuerza. La razón que venció en las urnas será derrotada por las armas del chavismo.
Es imposible saber la actitud que la comunidad internacional vaya a adoptar hacia los acontecimientos que sin duda, van a producirse en Venezuela, pero si nos basamos en lo que ha sucedido en el pasado, hablarán mucho pero no harán nada.
Por eso, ahora más que nunca, Venezuela requiere de nuestro apoyo. No podemos dejarlos solos. Tenemos que presionar a nuestros políticos y a todas las comisiones de Derechos Humanos que existan para que hagan algo. Hay que apoyar al Secretario General de la OEA, al uruguayo Luis Almagro para que promueva acciones que impidan una masacre. Hay que hacer que la OEA aglutine países y los motive a que tomen acciones. Hay que ayudar a los venezolanos. Es ahora o nunca.
Amigos venezolanos me escriben desde Venezuela y me dicen claramente: Ustedes, los que están afuera, tienen que ayudarnos. Si no lo hacemos, el marxismo los va a aplastar.
Ya es momento de terminar de celebrar el triunfo en las urnas, y retomar la lucha entendiendo que no se ha ganado nada y que estamos en riesgo de perderlo todo. No dejemos solos a los patriotas en Venezuela e intensifiquemos nuestra lucha para tratar de prever las atrocidades que los Chavistas, a nombre de un mal llamado Socialismo del Siglo XXI van a cometer contra Venezuela y su democracia.
El futuro es incierto. Lo único cierto es que la lucha no ha terminado, sino que apenas comienza.