Posiblemente la definición más enternecedora que alguien dio del régimen bolivariano de Venezuela se deba a Pablo Manuel Iglesias, cuando dijo que ese país vivía “la Revolución bonita” en una entrevista con Telesur, la principal emisora chavista.
Con excepción de Podemos todos los partidos españoles –el Gobierno fue más tímido—condenaron el golpe de Estado del Tribunal Supremo venezolano que extinguió la semana pasada el poder de la Asamblea Nacional, el Parlamento, para dárselo a través suyo al autobusero Nicolás Maduro.
La reacción popular, incluso de la fiscalía y posiblemente de parte del ejército, hizo que ese tribunal le devolviera enseguida al Parlamento sus poderes, mientras los dirigentes de Podemos justificaban el golpe alegando que la mayoría opositora era la golpista.
Nadie que no tenga intereses político-económicos ocultos puede negar, como hace Podemos, que el chavismo es un sistema dictatorial socialista que logró la prometida igualdad en la miseria de todo el pueblo, al que fue arruinando lenta e implacablemente desde 1999.
Tampoco puede negar, aunque lo haga, que en ese Supremo hay personajes llegados del matonismo chavista, uno incluso con dos asesinatos a la espalda, y una magistrada doctorada aceleradamente en Zapagoza bajo la tutela de un profesor podemita: entre pocos jueces decentes hay una banda de bandidos al servicio del régimen.
Venezuela acelera ahora para parecerse al endémicamente destruido Haití gracias a esa “Revolución bonita” de cuya construcción cobraron Iglesias Turrión, Juan Carlos Monedero y otros altos podemitas, y a la que quizás podrían seguir parasitando.
Como usted dispone de internet, puede acercarse a Youtube y escribir “Iglesias envidia Venezuela” para ver y oír sin manipulaciones entrevistas y monólogos sobre ese país de ese y otros líderes de la tercera fuerza política española poniendo a su régimen como “envidiable ejemplo” para España.
Es hora de que el Estado divulgue todas las pruebas de las que dispone, o aunque solo sean indicios creíbles, de que Podemos existe como subproducto de la corrupción bolivariana y del hambre del pueblo venezolano que esta gente quiere extender aquí.
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SALAS