Revista Opinión

Venezuela: Maduro ni es Chávez ni es Revolución (Parte 1)

Publicado el 16 febrero 2018 por Carlosgu82

Para aquellos soñadores y fieles seguidores de la izquierda y el socialismo –entre los que podría contarme- les tenemos algunos datos de interés. Quizás no numéricos ni científicamente estadísticos, pero sí testimonios vivenciales de aquellos que fuimos fieles a la Revolución Bolivariana y Socialista del Comandante Hugo Chávez, que tuvimos confianza en Nicolás Maduro durante un año y que, hoy, después de cuatro largos años podemos decir, con total conocimiento de causa, que Nicolás Maduro y todos aquellos que dan la cara públicamente como parte de la “revolución”, no son ni revolucionarios ni mucho menos socialistas.

Veamos cómo se han dado algunos acontecimientos.

En primer lugar, se anuncia una “guerra económica”. La creímos. En efecto, sí la hay. ¿Qué ha venido haciendo el gobierno de Maduro? Nada. ¿Protección al pueblo? No existe. De hecho, a la par que comienza la guerra económica, desaparece la institución del gobierno nacional encargada de regular precios y velar por el abastecimiento. ¿Por qué desaparece el control? Quienes vivimos en Venezuela no lo entendemos.

Algún lector me preguntará: “Ah, pero… ¿y los CLAP?”

Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (por sus siglas CLAP) fueron creados por el comandante Hugo Chávez con el fin de organizar  a las comunidades entorno a lo que su nombre indica: abastecimiento y producción. Esto fue mucho antes de la llamada “guerra económica”. La idea fue estimular el desarrollo endógeno.

Según hemos observado, los CLAP funcionan bien en pequeños pueblos donde todos se conocen y son familia, lo cual garantiza en un alto porcentaje que no exista corrupción, ya que se cuidan mutuamente y forman buen equipo, tanto para una eficaz distribución como para luchar por sus productos alimenticios exigiéndole al gobierno la entrega oportuna.

No hemos hecho un estudio profundo pero, según la información que manejamos, en la mayor parte del territorio nacional el ya famoso paquete del CLAP no llega. No llega ni en dos ni en tres meses. Y, cuando llega, contiene el alimento suficiente tan sólo para tres o cuatro días (cabe destacar que esto no es un regalo del gobierno, este paquete lo cancela la familia con dinero efectivo). Existen comunidades donde ha llegado uno cada seis meses y otras donde nunca ha llegado.

Es decir, el gobierno “combate la guerra económica” desapareciendo el control sobre los productos alimenticios del mercado y con un paquetico de alimentos para tres días, cada seis meses. Esto no tiene otro nombre sino: burla.

El pueblo humilde queda a merced de los altos… altísimos precios de los alimentos y sin ninguna protección real.

Otro lector me rebatirá diciendo: “Ah, pero Maduro ha aumentado el sueldo mínimo varias veces en los cuatro años de guerra económica”. Nosotros le respondemos: “Burla número dos”. Y explicamos lo que ya todos deben conocer: el aumento de sueldo no soluciona, sólo empeora la situación. Uno de los factores (sólo uno) de los que influye en la inflación es el aumento de los sueldos de los trabajadores.

Sumado a esto, aquí en Venezuela -no sé en otros países- ocurre que, al nada más el gobierno anunciar un aumento de sueldo, dos días después la inflación se eleva de una manera extraordinaria. Los aumentos tardan en hacerse efectivos por dos o tres meses. ¿Resultado? Las familias pobres (aquí ya todos somos pobres), con su pequeño sueldo viven todo el mes con, si acaso, tres kilos de harina o de arroz. No hay para más. ¿Qué hacen? ¿Cómo dan de comer a sus hijos? Buena pregunta. Muchos salen a los mercados donde encuentran vegetales en mal estado pero comestibles y los piden para llevar a casa. Para colmo, cuando el aumento del sueldo llega a sus manos, tampoco sirve para adquirir lo necesario.

¿Y el gobierno? Muy bien. Maduro, contando malos chistes en cadena nacional y bailando con grupos juveniles en eventos donde celebran quizás el aniversario de su matrimonio con “Cilita la bonita” o de la creación de alguna de las misiones que ya son inútiles, y finalmente se come un helado de lujo en las lujosísimas instalaciones del “Warayra Repano” (que, por cierto, muy pocos pueden darse ese lujo en Venezuela hoy día). Esto ante los ojos famélicos de todos los venezolanos que, en lugar del helado, nos comemos un ocumo o yuca, única comida del día, sin más acompañante que el hambre.

Para no hacer muy largo este artículo y dejar tema para la segunda y tercera parte, finalizamos reiterando que Maduro lamentablemente no es Chávez y, tristemente, no es ni revolucionario ni socialista.

El pueblo de Chávez muere de hambre y de enfermedades terminales, pero la irresponsabilidad de este gobierno los lleva a reírse frente al mundo y a negar la grave crisis existente.

Y, así las cosas, nos preguntamos diariamente… ¿es todo esto producto de la incapacidad bienintencionada del equipo o responde a la corrupción y a la guerra interna de los “revolucionarios” quienes se sabotean intentando destruirse mutuamente?

Sobre esto hablaremos en una segunda entrega.


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