Podemos encontrar abundante información y testigos que relatan los suplicios sufridos por los judíos durante la época de Adolf Hitler y su ideología nazi, individuos que por el solo hecho de ser catalogados como “diferentes” por su religión o raza, fueron estigmatizados por los ideales de un solo hombre quien aseguraba que eran personas inferiores o de segunda, y por tanto debían ser borrados de la faz de la tierra, y este hombre pudo convencer a una sociedad de la necesidad de acabar con sus compatriotas, vecinos y amigos.
Los judíos fueron sometidos a extenuantes jornadas de trabajo bajo condiciones extremas e infrahumanas en campos de concentración, con mínimas raciones de alimentos, y finalmente la muerte de millones de ellos en las cámaras de gas, por ejecución o como resultado de las torturas recibidas por parte de sus verdugos; también en muchos casos el suicidio fue el escape de tan dolorosa existencia cuando por voluntad propia se lanzaron a las alambradas eléctricas.
Haciendo una comparación con el método sistemático aplicado durante el nazismo a la población judía por los jerarcas del régimen y por los mismos ciudadanos, podemos hacer una analogía con la situación que atraviesa actualmente nuestra amada Venezuela y que mantiene a sus ciudadanos en un similar estado de indefensión y vulnerabilidad, sometidos por quienes deberían protegerlos y procurarles condiciones de prosperidad y bienestar.
En Venezuela empezar un nuevo día puede ser un hecho difícil de enfrentar; para muchos no existe ya la cotidianidad placentera del café mañanero con un trozo de pan que puede llegar a ser un lujo; los menos afortunados, quienes no cuentan con la ayuda de algún familiar valiente que emigro al ver la azarosa situación familiar, enfrentan innumerables situaciones, difíciles de predecir en muchos casos.
Lo normal es que falte el agua, el gas, la electricidad, el aseo urbano, medicinas, efectivo, y tantos otros servicios, aunque sin duda alguna lo más difícil es la imposibilidad de satisfacer las necesidades alimenticias de los miembros de la familia; vemos una clase media, ahora casi desaparecida, que en muchos casos habita en lindas casas pero con su nevera vacía y enfrentando las mismas adversidades de sus compatriotas del barrio.
Una larga y atemorizante palabra llamada “hiperinflación” cuyo largo análisi económico no se alcanza a entender, hace que el salario de un mes se diluya en la adquisición de un cartón de huevos y algún otro producto; podemos ver perritos callejeros desnutridos, que en otros tiempos fueron bendecidos con la comida de sobra de cualquier hogar, hogares que en muchos casos ahora no tienen ni para su propio sustento.
Y no hemos entrado en las aguas profundas de tener un familiar en algún centro asistencial, o verlo morir por falta de algún tratamiento, o falta de electricidad ya que el “megaapagón” desconectó el aparato que lo mantenía con vida.
Todos estos hechos nos hacen ver lo exitoso del plan de igualdad planteado por el socialismo del siglo XXI, sin embargo causa curiosidad como esta igualdad no aplica para quienes nos dirigen, que al inicio de este gobierno eran personas con los bienes e ingresos normales de cualquier mortal y ahora los podemos ver sin ningún pudor con ostentosas y millonarias fortunas en dólares, sin temor de enfrentar algún tipo de juicio.
Resulta imposible plasmar en un artículo los hechos que sin duda llenaran las páginas de los libros que ahora por el veto no se pueden escribir libremente; en este momento que transitamos, nos refugiamos en la esperanza y la fe de que el conocimiento de la historia impedirá que esta se repita, esperamos que los intereses particulares de propios y extraños no interfieran en una solución que se ajuste a las necesidades y expectativas de los ciudadanos y sobre todo evitando a toda costa un derramamiento de sangre.