Revista Opinión

Venezuela y España, apuntalan un nuevo mundo burgués en La Moncloa

Publicado el 18 febrero 2020 por Carlosgu82

El Reloj del Tiempo

Venezuela y España, apuntalan un nuevo mundo burgués en La Moncloa

Los demócratas de Hong Kong ha sido la última extravagancia de un mundo libre cuyo bienestar es inversamente proporcional a la libertad de quienes se lo fabrican por cuatro perras, que no son otros que los chinos, los malos de una película cuya trama es la hipocresía. Envueltos en la bandera del Reino Unido o la estilada del independentismo catalán, fabricadas en serie y en China, los opositores de Hong Kong brindan a la opinión pública occidental la oportunidad de apuntarse a una de tantas causas justas -cambio climático o desigualdad sexual- que marcan la esfera y la empanada mental del progreso de consumo.

Nada hay como ponerse a celebrar la victoria de la oposición de la excolonia británica en las municipales de ayer para ignorar a los chinos y desentenderse del ámbito de aplicación de unos derechos humanos cuya aplicación selectiva, por criterios ideológicos o económicos, representa uno de los grandes avances de nuestra era. No puede ser bueno un partido que se llama Alianza Democrática para la Mejora y el Progreso de Hong Kong, cuyo oficialismo pekinés tira de espaldas y cuya derrota en las urnas, aunque sea en el ámbito municipal de un espacio tan marginal como el que representa Hong Kong en el conjunto de China, va a obligar al régimen de Xi redoblar sus cautelas y contener sus pulsiones totalitarias, lo que le pide el cuerpo. De los casi 1.400 millones de chinos que nunca han participado en unas elecciones libres se van olvidando, como de costumbre, para profundizar en ese simbolismo de Instagram y chichinabo -Greta Thunberg, Leticia Dolera o un demócrata de Hong Kong, bajo el mismo paraguas- que les hace cada día mejores.

Por otro lado, desde que se dieron aquella vuelta nupcial y rural por los pueblos de España, nada más casarse, los Reyes no se han prodigado en exceso por un medio provinciano en el que, quitando al pueblo ejemplar de Asturias que cada año les toca en suerte, solo se dejan que caer en caso de catástrofe, natural o artificial. En los pueblos les tienen bastantes ganas, exteriorizadas, como ayer en Almonte, a través de un estallido patriótico que tiene mucho de desagravio y cuya intensidad crece en función de los desprecios que la Corona ha acumulado en unos años en los que por su carácter simbólico ha sido utilizada por unos y otros.

Así que, el mundo está sorprendido desde que muchos incrédulos simpatizaron con eso de la visita permanente de Zapatero a La Moncloa y los debates previos y de investidura de Pedro Sánchez al lado de Pablo Iglesias, cuyos fines a futuro es levantar España en marchas con jóvenes religiosos, gayes, GBTI y trans adelante, con sus banderas y estudiantes  de educación superior en intermedio y, sin olvidar a los musulmanes que lograron entrar a suelo español  bajo leyes especiales promulgadas en un primer acierto con Jesé Luis Rodríguez Zapatero.

Don Felipe, ahora tiene que ver estos escenarios de escarnios y luchas populares, como una reacción al constitucionalismo, quien solo representa un espejo de un mundo monárquico del pasado y que el Valle de los Caídos representa esa verdad. Mientras, los tamboriles ya suenan por las fiestas de fallas, hay salvas rocieras, la mar de contenta levantando sus olas sobre Cádiz y Málaga, más o menos lo que contaba y cantaba Veneno en «En el pueblo guapeado», pero en monárquico subido.

Hay nervios en España y el resto de Europa y América Latina, todo queda al descubierto, Trump se da por seguro ganador en esta II vuelta y a Bernie Barnes solo le recuerda como un hombre de Izquierda al igual que Chomsky, pero, donde están sus afirmaciones en firme, a pesar de los libros publicados y al ver a un Luis Britto García sumamente delgado en un programa de Telesur en un programa reciente sobre literatura y libracos en Internet quede totalmente sorprendido, hay una falla garrafal en el gobierno y hay que mandar con urgencia a los militares a fronteras y sacarlos de los depósitos de alimentos, es difícil, el temario Venezuela es muy difícil y Brito, gran amigo del gobierno bolivariano es la imagen controversial de una revolución y proyecto bolivariano en total decadencia, no hay ánimo ni para comer entre milicia, intelectuales y pueblo porque la ineficiencia y el burocratismo existente nos deprime  al ver toda la

En Andalucía se las gastan así cuando se ponen, y más en su mitad oriental, pero las manifestaciones en Almonte tienen un componente reactivo cuya proporción crece de manera proporcional a los feos que le hacen a la Corona, y que a la postre les hacen a todos esos vecinos que se agarran a la bandera nacional como a un clavo ardiendo para vitorear a los Reyes hasta quedarse roncos, como cuando sacan a la Virgen por la aldea. Son ellos, tan lejos de todo, del Congreso de los Diputados o del Ayuntamiento de Vich, las víctimas de una persecución que ha cogido al Rey en su sitio, que es justo en medioestructura del Estado fragmentarse en el vacío.

La política de barrio del colectivismo y barbarie, ha ganado de alguna manera, a la “ciencia”. La frase es sensacional, porque nos recuerda que el progreso de la humanidad se concreta dando dos pasos adelante y uno hacia atrás. Hasta no hace tanto, el miedo siempre derrotaba a la ciencia, porque sacerdotes y brujos manejaban el botón de los miedos de acuerdo con las circunstancias y los intereses de cuatro. Durante el gobierno construccionista del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, el niño que fue mi padre tenía pánico a los automóviles negros que circulaban por la noche, cuando se venía a la casa de mi tía Mélida de Ferrer, su hermana: según una leyenda urbana, los chavales pobres eran secuestrados por coches fantasmas que salían con una mujer ofreciendo cafés desde las cabrias de mover el petróleo, con el objetivo de sacarles la sangre, que se utilizaba para curar a los ­ricos, sobre todo a los enfermos de tuberculosis. La lucha de clases se expresaba con la novela gótica.

El relato ha ganado el pulso a la realidad, un síntoma posmoderno de manual. El miedo se ha impuesto a las evidencias exhibidas por los expertos. Pero el miedo no ha llegado –me parece– al común de barceloneses y catalanes; yo no detecto miedo entre familiares, amigos, conocidos, saludados y compañeros de trabajo. Es un miedo abstracto, como corresponde a una fábula global que acaba siendo puramente local, he ahí las ironías del cosmopolitismo de todo a cien; pero la realidad local más contundente (“aquí no pasa nada”) ha sido descuidada por los que toman decisiones a muchos kilómetros de distancia. Es –como digo– un miedo de diseño, un miedo sintético, un miedo inorgánico, un pre-juicio elevado a la categoría de hecho, barnizado con la solemnidad gerencial de los que mueven millones de euros y el oro venezolano codiciado por Turquía, china y ahora por el grupo de Zapatero, quien encontró el verdadero Dorado.

No se puede entender mejor los riesgos de complicidades en la defensa in extremis de la identidad nacional.

Si pienso en un miedo tangible, debo recordar el que sentimos los de mi generación cuando, antes de cumplir los veinte, supimos de la existencia del sida. Eso era miedo, señoras y señores. Follar podía acabar muy mal, lo cual convertía los asuntos carnales en un escollo lleno de paranoias. Los primeros tiempos, no se sabía muy bien qué era ni qué debía hacerse para prevenir la enfermedad, y algunos amigos iban cayendo. Después de ese miedo, el resto de alertas médicas no me han impresionado mucho. Que la OMS haya declarado el coronavirus “enemigo público número uno del mundo” me ha dejado frío, lo confieso. Será que soy más moderno que posmoderno.

Los problemas que nuestros países afrontan son distintos de los de 1950, pero el método sigue siendo el mismo: una transferencia de poder a instituciones comunes, un gobierno de mayorías y un enfoque común para encontrar soluciones a los problemas son la única respuesta en nuestro actual estado de crisis”. Así inició su intervención el expresidente del BCE Mario Draghi en la entrega de la medalla de oro de la Fundación Jean Monnet del 2017.

Draghi advirtió que si bien en estas palabras muchos verían una representación certera de cómo afrontar los numerosos retos que en el 2017- 19 los gobiernos europeos tenían ante sí, lo que acababa de decir no era ni suyo, ni iba referido a la situación de aquel momento. La cita pertenecía a un discurso pronunciado por Jean Monnet en 1974. Sin embargo, tanto la cita de uno de los padres de Europa como la advertencia de Mario Draghi siguen siendo válidas para acometer los actuales desafíos de la Unión Europea y América Latina, ya lo había dicho Putin, recién comenzaba gobernar a Rusia, detrás de su destrucción por No se puede entender mejor los riesgos de complicidades en la defensa in extremis de la identidad nacional.

Si pienso en un miedo tangible, debo recordar el que sentimos los de mi generación cuando, antes de cumplir los veinte, supimos de la existencia del sida. Eso era miedo, señoras y señores. Follar podía acabar muy mal, lo cual convertía los asuntos carnales en un escollo lleno de paranoias. Los primeros tiempos, no se sabía muy bien qué era ni qué debía hacerse para prevenir la enfermedad, y algunos amigos iban cayendo. Después de ese miedo, el resto de alertas médicas no me han impresionado mucho. Que la OMS haya declarado el coronavirus “enemigo público número uno del mundo” me ha dejado frío, lo confieso. Será que soy más moderno que posmoderno.

Los problemas que nuestros países afrontan son distintos de los de 1950, pero el método sigue siendo el mismo: una transferencia de poder a instituciones comunes, un gobierno de mayorías y un enfoque común para encontrar soluciones a los problemas son la única respuesta en nuestro actual estado de crisis”. Así inició su intervención el expresidente del BCE Mario Draghi en la entrega de la medalla de oro de la Fundación Jean Monnet del 2017.

Draghi advirtió que si bien en estas palabras muchos verían una representación certera de cómo afrontar los numerosos retos que en el 2017- 19 los gobiernos europeos tenían ante sí, lo que acababa de decir no era ni suyo, ni iba referido a la situación de aquel momento. La cita pertenecía a un discurso pronunciado por Jean Monnet en 1974. Sin embargo, tanto la cita de uno de los padres de Europa como la advertencia de Mario Draghi siguen siendo válidas para acometer los actuales desafíos de la Unión Europea y América Latina, ya lo había dicho Putin, recién comenzaba gobernar a Rusia, detrás de su destrucción por Gorbachev

* Escrito por Emiro Vera Suárez, Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajo en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño


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