Llegamos al enésimo llegadero, Venezuela culminó sus últimas elecciones con ambos bandos celebrando aunque evidentemente uno tiene el poder sobre e otro. Otro llegadero y estamos esperando algo, estamos esperando que explote, estamos esperando que nos invadan, estamos esperando que nos despierten, estamos esperando que nos digan para salir a la calle, estamos esperando para irnos del país, estamos esperando… Habría que agregar si estamos esperando saber si los venezolanos que oponen al chavismo somos mayoría o no.
Cuando no tenemos respuestas y seguimos esperando apelamos al discurso: Nos acostumbramos a la crisis y en ella nos desenvolvemos mejor. Los venezolanos llevamos varios generaciones en una extraña crisis donde algunos pocos se logran acomodar como ninguno y los demás vamos dando tumbos esperando una luz que nos guie a una vida mejor. Los tumbos seguirán y la luz no llegará, porque en Venezuela – y creo que en buena parte de los países de Latinoamérica – hay más de una crisis.
Sí, hay más de una crisis. La primera de ellas, en el caso venezolano, es la económica. No porque no entren suficientes recursos o porque no sepamos capaces de generarlos, el asunto radica en que siempre han sido mal distribuidos; desde la cuarta pero especialmente en la quinta republica los recursos han sido desviados para fines diferentes al desarrollo del país y ello se ha ido acomodando en nuestra historia como un hito de normalidad.
Venezuela tiene las mayores reservas petroleras del mundo y tuvo en su momento una de las mejores capacidades de producción y refinación, pero el dinero no iba a donde debía ir, y esto con el pasar del tiempo ha ido creciendo y peor aun cada vez nos importa menos.
Esto nos permite presentar la siguiente crisis, la política. En Venezuela hubo un cansancio importante del liderazgo que guio a Venezuela en los 40 años de democracia y que permitió tomar el poder a esta revolución totalitaria que ha ido logrando calar su liderazgo negativo tras un discurso de apertura social. Es sencillo, le hablan bonito al pueblo: que si los protegen, que auguran lo mejor para ellos; pero la realidad es otra. La dirigencia política de la revolución han construido las más grandes fortunas que venezolano alguno haya podido hacer.
No hemos tenido ningún liderazgo importante en los últimos 20 años. El liderazgo de Chávez fue tan indiscutible como negativo para este país. Oficialismo y oposición de hoy en día son un recreo de pequeños liderazgos que ventean su poder para tratar de imponerse a los demás, no vemos un show mayor, porque están protegiendo sus tribunas: El oficialismo y la imagen bajo la memoria del ex presidente Chávez y la unidad, bajo una trabajada unidad bajo la sombra de Capriles.
Estas crisis producen una tercera, la social. Aquella donde vemos que aunque los venezolanos manejan más dinero que antes, viven – y se acostumbraron a ello – en peores condiciones que antes. El gobierno asumió su rol de caja chica, a través de las misiones, para todo aquel que no quiera hacer nada con su vida; y a traves de negocios fraudulentos, para aquel que entendió que la viveza criolla es una manera de hacer patria.
¿Cuál es la Venezuela de ahora? Muchos afuera, otros blindados, otros cagados y muchísimos bajo una tensa calma. El venezolano se acostumbro a salir de su casa con el miedo de no volver, pero la costumbre lo hizo algo normal: El venezolano se acostumbro a sobrevivir. Unos tienen camionetas blindadas, apartamentos y aviones, otros tienen transporte público, rancho alquilado y autobús para la playa. El gobierno se vanagloria de reducir el diferencial entre los ricos y pobre, la verdad es que hay más pobres – reduciendo la brecha – pero los ricos que hay son cada vez más poderosos.
La suma de todas las crisis nos permite presentar la que es más preocupante y por la cual no tengo mayor esperanza en Venezuela: La crisis ética y moral.
Como en todas partes del mundo roban, en Venezuela podemos robar y no nos debe importar que suceda. El respeto por la ley no existe a menos que nos sellen el pasaporte. Buscamos siempre la manera de hacernos de dinero que el estado facilita para personas que están en situaciones difíciles. Como estamos ante el gobierno más corrupto de la historia, en vez de atacarlo, nos aproximamos para ver que podemos recibir o ganar de ello. Como no hay instituciones, buscamos oportunidades con las que podamos tener dinero más fácil y más rápido. Si podemos sacarle provecho a algo aunque este en el margen de lo legal lo haremos. No respetamos la vida y no nos importa la vida de los demás.
Ayer caminé el boulevard de Sabana Grande y viendo los cientos de rostros desconocidos me di cuenta que a los venezolanos no les importa el país, lo que está pasando, que si suben la gasolina, que el control sobre el dólar es más férreo, que seguiremos regalando petróleo, que el control sobre las actividades económicas será igual al de una dictadura clásica. Esos cientos de rostros solo viven en su historia, en su preocupación, pero no tienen interés en el colectivo y en lo que eso supone nos afecta a todos.
No nos importa nada, el que puede se va, el que no se queda porque quiere o porque se engaña o porque no puede. Los miembros del gobierno haciendo fortunas indescriptibles y lo peor de todo: Venezuela como país no es soberano, la jefatura y las decisiones que se toman sobre lo que acá sucede, son propiedad del régimen cubano.
No nos importa nada, seguimos acá, los cubanos mandando, esperamos la próxima debacle, feliz navidad y un venturoso 2014, ojala que lleguemos al 2015 y aun seamos Venezuela.