Nefastos resultan algunos programas televisivos, cuya intensión primera es embrutecer al televidente con información que no tiene ningún valor ni peso, sólo contenido amarillista que en nada contribuye en la educación. Las televisoras ganan dinero con programas de entretenimiento, pero este entretenimiento debe ser de calidad y aportar algo positivo al sufrido y fiel teleauditorio.

Fernando del Solar y su insoportable talento para los chiste, está que echa lumbre desparramando su simpatía, la cual sólo aprecia la Ingrid Coronado; debería la producción tomar en cuenta que no todo el auditorio padece de cretinismo, y que, en algunos lugares de México, es la única opción, para sintonizar.