Que es un coñazo esperar en los semáforos, eso lo sabemos todos. Que a la primera de cambio cruzamos aunque esté en rojo y tengamos a tres policías diciendo que no pasemos, eso también. Que se va a esperar Rita si vemos que podemos hacer un picnic en la carretera porque es domingo y son las 2 de la madrugada, pues también, a ver, es que es de cajón.
Ahora a la peña no le importa tanto esperar porque va con la cabeza gacha, como si estuvieran tristes pero no es así porque tienen la mirada iluminada… iluminada por una pantalla, y no levantan el cuello ni a la de tres. Así que, esos no, pero los que sí que se dignan a mirar un poco más al frente, los que les gusta ver por dónde andan, esos, se encontraron este verano con un semáforo que les bailaba. Sí, sí, su cuerpo se movía como una palmera, suave, suave, su-su-suave.
Y, dejando las dotes psicomotrices de las arecáceas aparte, os contaré que para hacerlo Smart plantó como un cajetín de un semáforo gigante en una plaza de Lisboa y dijo a la peña: lo que tú bailes aquí, lo baila el muñequito del semáforo allí. No sé qué música pondrían pero ¡¡hubiera sido tan genial que se hubieran marcado un chotis para poder bailar como las señoras!! Porque lo de los meneos de la palmeras si quieres me lo discutes, pero que el baile estilo señora es lo más, ¡¡¡eso ni dudarlo!!!Venga, señora, sal a bailar…
Gracias por el chivatazo, @Zeta