Parece que esta vez va en serio. Tras años de orquestar una trama "más grande que la vida", Marvel ha decidido que Vengadores: Endgame sea un auténtico punto y aparte en la franquicia más exitosa del estudio. Los acontecimientos vividos en Infinity War tienen su perfecta continuación y desenlace en esta entrega que, ahora sí, promete trastocar de manera definitiva el futuro del universo cinemático Marvel. ¿Habrán conseguido sus responsables crear la película más grande del subgénero? Sigue leyendo para averiguarlo.
Nada más arrancar, «Vengadores: Endgame» avisa de sus intenciones. La primera escena nos muestra a Clint Barton en una escena familiar, simultánea en el tiempo al evento que vimos al final de «Infinity War». Es una secuencia perfectamente construida, que consigue dos cosas. La primera, golpear al espectador con un tono que coge elementos de un cine mucho más profundo, con una carga dramática importante, al tiempo que introduce un pequeño toque cercano al terror. La segunda, generar una impresión de soledad abrumadora, que va a estar muy presente durante el primer tramo de metraje. Estamos ante una película de superhéroes, con todo lo que ello conlleva, pero los hermanos Russo demuestran en este arranque que el género admite muchos puntos de vista, algunos de ellos poco explorados.
Aunque la coralidad es inevitable, la cinta se centra en un puñado de protagonistas heridos, casi derrotados por el traumático enfrentamiento con Thanos, y que irán recomponiéndose lentamente pero sin llegar a perder las cicatrices sufridas. El drama se acentúa en la primera mitad de película, ofreciendo un poso mucho mayor de lo acostumbrado en este tipo de producciones. Con ello se consigue, además, que la segunda mitad, repleta de fuegos artificiales y epicidad, emocione al espectador con momentos cargados de simbolismo.
Hay que reconocer que el guion plantea una idea general que no muestra demasiada inventiva. Sin embargo, es de justicia señalar que los mecanismos que lo desarrollan están muy bien implementados, por lo que tampoco termina pesando como un aspecto negativo. En este sentido, me gusta especialmente la manera en que se sitúa a los personajes en ciertos lugares haciendo que unas cuantas escenas sirvan como un perfecto homenaje metarreferencial a todas las películas anteriores. Quizá esto termina siendo demasiado anecdótico, pero son detalles que se agradecen.
Por lo demás, el tramo final obedece a la intención de satisfacer plenamente a todos los que han seguido la trayectoria de las películas Marvel en los últimos 11 años. Y no cabe duda de que lo consigue. Cada aparición, cada cameo, cada golpe, cada superpoder, están puestos para que el espectador veterano retome el asombro que le producían aquellos macroeventos tipo Secret Wars en los cómics, y para que los nuevos adeptos se contagien con el verdadero sentido de la maravilla que, al fin y al cabo, ha definido al género desde que nació. Hay que rendirse a la planificación del estudio y a su dedicación por construir una estructura que, guste más o menos, ha sido edificada de manera modélica.
Respecto al casting, poco puede añadirse a impresiones anteriores. A día de hoy, todos identificamos a los actores que aparecen en la franquicia con sus personajes, por lo que el objetivo está cumplido. Tal vez me sorprendió la poca trascendencia de Brie Larsson tras su introducción en Capitana Marvel, dando la sensación de ser un personaje un tanto metido con calzador. En el espectro opuesto, el que da un paso al frente respecto a anteriores entregas es Jeremy Renner, que aquí aprovecha su mayor presencia para demostrar sus dotes actorales.
Resumiendo, en «Vengadores: Endgame» no falta nada. Cualquiera que piense que esta resolución puede no estar a la altura, debería perder el miedo y acudir a verla inmediatamente. Vuelvo a repetir lo que dije con «Infinity War», y es que las audiencias más jóvenes tienen en esta saga la referencia que nosotros tuvimos con Star Wars, y eso es algo de un mérito gigantesco. Pero, sobre todo, resulta muy emocionante ver a una sala de cine entera entregada a una película de este tipo, con una devoción y admiración que nos remite a épocas más inocentes y mucho mejores. El milagro del cine, señores.