Ya está aquí. Ya llegó. El evento cinematográfico que prometía romper con todo y llevar a un nuevo nivel al cine de superhéroes. La película con más héroes por metro cuadrado de la historia.
Tras una década de planificación y proyección, el universo cinematográfico Marvel se enfrenta a su mayor explosión imaginable. Todas las películas del estudio, en mayor o menor medida, han ido creando camino para que Vengadores: Infinity War pusiera un punto y final (más bien un punto y seguido) a las diferentes tramas que han confluído en este momento.
No hay mucho que comentar sobre el argumento de «Infinity War», ya que todo el que esté interesado en la película habrá visto por dónde van los tiros gracias a las películas precedentes. Baste decir que el titán Thanos hace su aparición y que toda la historia gira en torno a su intento por recolectar las seis gemas del infinito que le convertirían en el ser más poderoso del universo. Su visita a la Tierra no se hace esperar, pues dos de las piedras se encuentran en poder de dos Vengadores.
La película supone un tremendo broche final (aunque deberá tener continuidad) a toda una fase que, pese a contar con altibajos entre sus numerosas producciones, hay que reconocer que ha estado magistralmente orquestada por Kevin Feige. Todo se ha encaminado tan bien que «Vengadores: Infinity War» discurre con total naturalidad aprovechando toda la inercia de lo ya creado.
Como decía, es esta la película más coral del estudio. Manejar la ingente cantidad de personajes que aparecen no debió ser tarea sencilla, pero tanto el guion como la dirección de los hermanos Russo han logrado una dosificación perfecta, consiguiendo que la película no pierda unidad y que el protagonismo se reparta entre uno de los mayores castings principales que se recuerda. Todos y cada uno de ellos, en mayor o menor medida, van a tener su momento de gloria. He escuchado críticas en este sentido, aduciendo que el ritmo de la película se ve comprometido por los constantes saltos de personajes. Para mi gusto, esto no sucede, sino que en realidad contribuye a enriquecer el conjunto y, gracias a tener un esquema perfectamente milimetrado, el ritmo no solo no sufre sino que se ve beneficiado.
Por supuesto, el guion no es (ni quiere serlo) algo profundo que lleve a la reflexión. Hay que recordar que estamos ante un producto de puro entretenimiento, y en este sentido el libreto ofrece todo lo necesario para que cualquier espectador pase 2 horas y media de mero disfrute. Un metraje largo que, una vez más, se pasa en un suspiro.
Algune vez he comentado en este blog que el nivel de efectos digitales en el cine ha alcanzado un nivel de excelencia al que, de algún modo, nos hemos acostumbrado. «Vengadores: Infiniity War» se mantiene en esa línea, sin sobrepasarla ni ofrecer algo excesivamente rompedor. Quizá sea la creación virtual de Thanos lo más destacado en este sentido, logrando una representación de personaje muy rica en matices y detalles que compone a uno de los mejores villanos que nos ha dado el UCM.
Es complicado destacar a alguien de entre el reparto, pero me encantó la presencia de Chris Evans (su entrada en escena es espectacular), así como la sobriedad de un Chris Hemsworth alejado del tono de comedia de las películas de Thor. Precisamente en la parte más cómica destacan una vez más Chris Pratt y Dave Bautista, siendo tal vez sus Guardianes de la Galaxia el grupo que más luce en la película. Pero la gran protagonista es la suma de actores y personajes, perfectamente integrados en una trama común y totalmente identificables en sus papeles.
Dejo el desenlace para el final. Y es que los últimos minutos de «Vengadores: Infinity War» son lo mejor del filme. Ahí sí que se apela a la tragedia y la solemnidad para intentar dejar poso. Sería un gran autoengaño pensar que las cosas van a quedar como propone el final de la película (todos sabemos cómo funcionan las historias de superhéroes), pero lo cierto es que este desenlace funciona a las mil maravillas para elevarla sobre el resto de producciones Marvel.
Temía antes del visionado que la película me transmitiera el mismo efecto de saturación que me produjo La era de Ultrón (2015), pero lo cierto es que los hermanos Russo han dado con el tempo perfecto demostrando que le tienen tomada la medida a la franquicia. Por momentos, el aire aventurero y de gran producción que destila la película me ha recordado a la primera trilogía de Star Wars, con lo cual creo que no es una exageración pensar que las nuevas generaciones ya tienen una saga referencial a la que recurrir en el futuro. Si Thanos se lo permite, claro.