Tras el éxito cosechado hace unos años, regresa con fuerza una saga de Marvel titulada Vengadores: La era de Ultrón. El encargado de llevar a buen puerto este proyecto ha sido Joss Whedon, que ya dirigió la irregular, pero “palomitera” primera parte. Esta producción mejora a la anterior tanto en el notable y simpático guión como en el sobresaliente manejo de los efectos especiales.
La película gira en torno al enfrentamiento entre Últrón y este equipo de superhombres con los pies de barro, que cuenta con el aliciente de dos nuevos personajes: Bruja Escarlata y Quicksilver.
Los Vengadores fueron creados por el guionista Stan Lee y por el dibujante Jack Kirby, aunque el supervillano de Ultrón surgió del talento de Roy Thomas y John Buscema que en 1968 presentaron al personaje (para prepararnos esta crítica nos hemos leído dos cómics que nos hablan de este personaje y agradecemos a Panini el nihilista, pero entretenido Los vengadores: La cólera de Ultrón, donde se cuentan detalles de esta primera historieta). Las diferencias fundamentales entre el cómic en el que se basa esta historia son: En primer lugar, la creación de Ultrón, pues si en los cómics era Hank Pink, un personaje importante en este equipo, que se enfunda el traje de Hombre Hormiga, en el largometraje podríamos decir que se trata de una travesura de Tony Stark. En segundo lugar, en los cómics Jarvis aparece como el mayordomo de los Vengadores. En este caso, Jarvis es un ente de inteligencia artificial que sufrirá una transformación en un ser que no vamos a desvelar, pero que presenta matices que difieren del original.
Los cómics de superhéroes y, en especial, los de Marvel transmiten valores ciertamente interesantes. Llama la atención que los protagonistas se reúnan en un iglesia con lo que ello significa para enfrentarse con su antagónico que destaca por su falta de sentimientos y por la ausencia de Dios en su generación, reflejado ampliamente en el mencionado cómic de 2015, La cólera de Últrón. El ideal de familia queda patente en la sólida relación entre Ojo de Halcón y su mujer. Sin embargo, la cosa no se queda ahí, ya que el romance Banner-Romanoff, que recuerda a la Bella y la Bestia o a la película de King Kong, busca no sólo quedarse en la superficie. Ellos son conscientes de que uno de los fines del matrimonio es el de tener hijos fruto del amor. Por otra parte, a lo mejor nuestros lectores no saben que, a lo largo de la historia han existido varias versiones mejoradas de Últrón, pues es una máquina que evoluciona para crear más problemas al mundo y resulta, por lo tanto, más difícil derrotarlo. Esta idea junto al origen del personaje de Visión abre el debate de si las máquinas algún día podrán pensar y sentir como los seres humanos (publicado en Pantalla90).