Revista Cine

Vengo del país de las maravillas

Publicado el 19 marzo 2010 por Elchapa
Hoy, por casualidad pura, o quizá por la generosidad de la cartelera de cine de la ciudad de Buenos Aires, se me permite combinar en una semana a dos de los directores más exitosos y respetados de Hollywood, meditar (o no) sobre su figura de ‘autor’ y hablar de sus últimas películas que, además de ser ambas buenas, tienen en común que en la sala de cine son experiencias casi imperdibles.
La crítica de “Alicia en el país de las maravillas” (dedicada a Leopoldo, un grillo que hace ruidos extraños por la noche y que me acompañó a verla y me había pedido que escribiera), a continuación.
“Alicia en el país de las maravillas”
“No fue la suerte quien me lo enseñó, me até a la fuerza que vivía en mí con siete llaves de imaginación” – Alejandro Sanz
Es un desafío para alguien como Tim Burton hacer una adaptación de los libros de Alicia de Lewis Carroll. Verán, Burton nunca ha sido y nunca podría ser reconocido por su escritura, la mayor parte de la cual no hace. Lo que quiero decir es que siempre empieza de cero, basando sus películas en cosas que puedan crear mundos especialmente capaces de quitarnos la respiración. Su arte siempre ha estado más del lado visual que del narrativo, y en muchas formas su “Alicia” es una confirmación de esto y de sus talentos como ‘autor’; su capacidad de mantenerse incambiable a pesar de todo.
No tiene que hacerlo, pero aparentemente lo desea y, antes que nada, su “Alicia” es una nueva expresión de un universo co-existente que persiste entre todos sus films. Este universo también es coherente, porque visualmente tiene un estado de ánimo especial, reconocible, siempre acompañado deliciosamente por la música original de Danny Elfman. Ver a Alicia abrir esa pequeña puerta y entrar al país maravilloso no es muy diferente al sueño recurrente de Ichabod Crane en “Sleepy Hollow”, o de la llegada de Edward Bloom a Spectre en “Big Fish” (aquí mi crítica), si vamos al caso.
¿Qué más puedo contarles de una historia que todos conocemos? ¿Qué más puedo sugerir que ir y ver por ustedes mismos lo que Tim Burton ha hecho con ella visualmente? Siendo el cine un arte visual y Burton un maestro visual, el resultado es, y esto debería ser un pensamiento unánime, un deslumbrante set tras otro, con una particular elección de luz y color que debe ser emparentada con los personajes que habitan cada uno. La más interesante de estas elecciones podría ser el mundo normal en el que vive Alicia; un Londres aburrido, organizado, aristocrático y coreografiado que Burton filma con ironía, transformándolo ocasionalmente en algo más vertiginoso con los pensamientos de la imaginación de Alicia (la imaginación es la clave de cualquier película de Tim Burton).
Si no conocen a los personajes, ninguna crítica debería decir nada de ellos para que la película se vuelva un poco más impredecible y sorpresiva. Es claramente una historia que la guionista Linda Woolverton (que escribió “El Rey León”-lo amaremos por sobre todas las cosas-, entre otras producciones de Disney) pensó una sola vez y escribió sin esperar muchos cambios, y probablemente Chirs Lebenzon trató al proceso de edición de la misma manera.
La historia y su desarrollo, obvio y rudimentario (tosco), no agrega nada nuevo a la mesa. Pero la película nos recuerda que la co-existencia de todo un universo entre todos los films de Burton no es únicamente visual; este universo también existe temáticamente. Quizá el director nunca fue capaz de sostener una historia completa –no lo logra aquí- y quizá ahora (le decía a Grillo) me doy cuenta de la razón por la que amo tanto “Big Fish” es porque, como dije en mi crítica, es una “colección de hermosas escenas que no dejan de sorprendernos”; por lo tanto tantas pequeñas historias que no tienen que ser explicadas y resueltas por completo, tienen más peso que la historia de un hombre y su hijo que es toda la película; lo que, de paso, es el punto de la película: “El hombre se convierte en sus historias”.
Pero ese hombre, Edward Bloom, era uno de los ‘extraños’ de Burton, nostálgico e imaginativo (una vez más, la clave de cualquier película del director), volviendo constantemente sobre su infancia, donde sueños y asuntos sin resolver siempre estaban a la espera del mencionado Ichabod Crane, y de un Edward que quería tener manos de verdad, y de un Willy Wonka que quería que su padre estuviera orgulloso de él. En esta línea (y probablemente hay cosas que me faltan y que vendrán pronto o revisando los films del director), está perfectamente claro que el Sombrerero Loco (el personaje más desarrollado en esta película; siempre habrá uno por encima del resto) ha perdido su cabeza y está buscando siempre un sentido de ‘como quieran llamarle’ en su vida; pueden verlo en sus ojos locos. Con o sin Alicia. Antes y después de ella.
Y alguna gente todavía se pregunta por qué Johnny Depp es el protagonista absoluto del film.
---7/10
Nota especial: El retrato de Alicia que hace Mia Wasikowska, que nunca será reconocido, es una de las mejores actuaciones que verán jamás en este género. La idea de una niña que quiere soñar pero sabe que debería ser imposible durante una etapa particular de la vida; un constante descreimiento por todo lo que ve que puede percibirse en su mirada y molesto tono de voz; una niña que se está convirtiendo en mujer pero sabe que su padre la malcrió demasiado y será difícil cambiar y aceptar/abrazar la madurez. Una chica sin confianza propia, aún cuando tiene todas las respuestas.

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