Yo le aconsejaría que no viniera. Pero no sólo a usted, que sería una especie de panal exquisito para los amantes del Turismo rural, no le aconsejo a nadie una visita hasta que las autoridades se decidan a hacer una carretera en condiciones, que ya son más de diez años de apaños y promesas valdías. Principalmente, una carretera para los habitantes de estos pequeños pueblos, que parece que están bien, que no se quejan, que no patalean ante los representantes que vienen por La Feria de agosto de visita. Porque vienen y no crea que se les cae la cara de vergüenza. Ellos con su altivez y sus promesas viejas, ordenadas por años, consignadas allá entre sus cuadernos, a ver si hay suerte y puede ser para el año que viene…
Aquí la jodía crisis toca siempre. La crisis y la inoperancia de todos los gobernantes, que unos por tros, ya se sabe. Sí es verdad que tenemos a nuestro favor el arma de las hemerotecas, allí donde se expresaron con claridad sobre este proyecto tan necesario para los que viven aquí y para los que vienen a visitarlo. Pero la desfachatez de estos representantes del pueblo no tiene parangón. Aún sabiendo que han incumplido, que han mentido, que seguirán por el mismo camino un año tras otro; aún sabiendo de qué modo dependemos de una buena vía de comunicación para todo, de los años de olvido que llevamos a la espalda, se lo pasan olímpicamente por el arco del triunfo. No hagan caso. Desconfíen. Si acaso, dispónganse para realizar una cacerolada cuya repercusión cause su quebranto, o su espantada. Hagan algo. Lo que sea, que ya es hora.Revista Medios
A finales de Junio de este año José Luis Sampedro habla en su blog de la sangre española de Alberto de Mónaco y alerta a la tierra perniana de una posible visita de aquel Príncipe. No tenga prisa Su Señoría. Otórgenos dos años más de tiempo, a ver si mientras tanto, construímos un nuevo puente sobre el pantano de Requejada, en Vañes, y adecentamos la carretera comarcal; bueno, lo de "carretera" es un decir, esto es un caminucho de mala muerte que no parece conducir a ningún sitio. Aunque sí, ya ve usted, con un poco de paciencia nos lleva a las tierras pernianas de Redondo, donde nació su pariente don Gregorio de Mier y Terán en 1796.