Mi mente comenzó a divagar con la idea de estar ante un altar con un apuesto cura dispensado del celibato y tras ver el contra más obvio, o sea, que sería un cura, pensé en las posibles ventajas que esa boda podía darme, porque siempre hay que ver el lado bueno de las cosas. Así pues, y sin más dilación, voy a enumerar las ventajas que para mí, personalmente, podría tener pasar por el infierno de una boda con un cura como futuro marido.
- Dios estaría siempre conmigo: No importa lo mala pécora que yo fuera, porque Dios estaría siempre a mi lado por estar con uno de sus muchos "enchufados". Podría pedir y pedir porque todo me sería concedido.
- Se me perdonaría todo: Ya matara a la vecina, hablara mal del calvo del banco de enfrente o quemara un comedor social, Dios me lo pasaría todo por alto. Los pecados carecen de jerarquía, todos cuentan por igual, o sea, seas un ladronzuelo o un genocida se te da el mismo trato celestial, es decir, que si pides perdón, se te da y punto.
- Se me vería bien en el vecindario: Poco importarían mis malos modos o mis "pequeños hurtos" a los vecinos, si fuera la esposa de un cura todos hablarían positivamente de mi persona. Todos me regalarían horribles bufandas hechas a ganchillo y me contarían sus soporíferas historias.
- Mi marido sermonearía a nuestros hijos hasta la extenuación: Tendría que tener unos diez hijos más o menos y mi cuerpo sería un recipiente arrugado y deforme, pero mi marido sermonearía a nuestros hijos por todo, y así me dejarían limpiar el suelo de la cocina de rodillas en paz. No tendría más que chivarme de sus actos y acto seguido se pondría a sermonearlos hasta el coma.
- Conocería a gente muy variopinta: Me tendría que apuntar a todos los actos pro-vida, pro-familia cristiana, pro-caridad y pro-desarrollo rural del mundo pero eso me llevaría a conocer a gente de los más extrema y variopinta que haría de mi vida un festival sin igual.
- Nunca me faltaría el dinero: La Iglesia se ocuparía de que a la familia del cura nunca le faltara de nada, me pagarían una pensión vitalicia en caso de que éste muriera y siempre podría llevarme "pequeños recuerdos" de la parroquia de turno para los beatos de mi barrio o los satánicos que buscan objetos con los que poder hacer sus rituales.
- No tendría que tomar decisiones: Como hombre con mentalidad del siglo pasado, mi marido cura tomaría las decisiones por mí, y de esta forma yo no tendría que preocuparme de nada excepto de amar a la Virgen María y de quedarme embarazada de continuo ( del cura, claro) Se debe de vivir muy bien en la ignorancia absoluta, yo creo que acabaría siendo muy feliz. Muy tonta, sí, pero muy feliz.
- No tendría que trabajar: Si fuera la mujer de un cura, éste, como buen hombre ultraconservador y troglodita que sería, me prohibiría y trabajar. Tendría que cuidar a mis diez hijos, sí, pero viendo el punto del sermoneo a los hijos por parte de mi supuesto marido no sería tan duro.
- Podría aleccionar a todo el mundo: Como mujer de un cura, tendría superioridad moral porque él me la pasaría a través de nuestro vínculo conyugal, y podría mal juzgar a todo el mundo y aleccionar a todo bicho viviente. Mi moralidad sería la única correcta y mi palabra sería la ley.
En fin, espero que esas pobres mujeres logren su sueño y que al fin puedan estar con sus curas favoritos a plena luz del día. Bien pensado, estar con un hombre de Dios tiene también sus ventajas, ¿no? ...
Ya sé de que os reís tanto, truhanes, ya...