por Iñigo Landeta.
Por regla general cuando se menciona a la Empresa Familiar (EF) se plantean los desafíos que deben enfrentar, las dificultades por las que tienen que atravesar o bien las causas que llevan a la desaparición de las mismas. En nuestro caso, y conociendo todas estas variables, vamos a hacer hincapié en aquéllas fortalezas que las distinguen y que, sabiendo aprovecharlas, generan una serie de ventajas competitivas. Y es que las investigaciones demuestran que las EFs, funcionan mejor y son más rentables que las que no lo son y pueden prolongarse en el tiempo si se gestionan de manera adecuada. Por tanto, se trata de potenciar ésos aspectos para generar las condiciones que permitan mantener ahora y en el futuro, una unidad y armonía familiar, y una competitividad y crecimiento sostenido de la empresa, objetivos últimos a conseguir para el éxito integral de la EF.
Miremos por tanto a lo que nos enseñan los mejores, y lo que nos demuestra la práctica profesional en el día a día. Desde ésta experiencia podemos afirmar que las empresas de familia tienen varias ventajas relacionadas directamente con su perfil específico. Una de ellas es de tipo económico, ya que tienen costos administrativos más bajos que otro tipo de empresas, debido tanto a la austeridad en la gestión por tratarse de capital propio, como al ahorro que se produce del hecho de confluir varias tareas y cargos en la misma persona. A su vez el compromiso y la dedicación al negocio es mayor debido a que queremos a la empresa familiar como algo nuestro, algo que nos pertenece y algo a lo que pertenecemos.
Y ése compromiso se ve influenciado directamente por otra de las características ventajosas de la EF, que no es otra que la vocación de continuidad de la misma. Y es que existe una voluntad de trascendencia del proyecto hacia las siguientes generaciones, lo cual dota a la EF de una visión a largo plazo que la protege de los ciclos económicos, alejándola del cortoplacismo imperante en otros entornos empresariales que exigen la inmediatez de resultados a cualquier precio. Esto incrementa la capacidad de actuar con criterios más responsables.
Aquí también se observa otra de sus características diferenciales, y es que sus objetivos no son meramente económicos, sino también se da relevancia al modo de proceder y el impacto que genera en el mercado, ya que se considera la reputación de la empresa como uno de los valores a preservar en el desarrollo de sus actuaciones. Esta característica viene ligada al concepto de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) , ya que la empresa no solamente se relaciona con un apellido familiar sino que influye directamente en el entorno donde están radicadas, generando puestos de trabajo, desarrollando y capacitando profesionales, aportando como contribuyentes a las arcas públicas, y relacionándose comercialmente con otras empresas de su zona tanto como proveedores de éstas, como siendo clientes de las mismas, articulando una cadena que contribuye a fortalecer y desarrollar la economía local.
Otra característica relevante es la búsqueda por aportar una mayor calidad en sus productos y/o servicios, y una “calidez” en sus relaciones comerciales, promoviendo un trato más personalizado, que le procura el beneficio de la obtención de información más detallada y directa de las necesidades e intereses de sus clientes y del mercado, lo cual le permite a la EF adaptarse a tales requerimientos para darles satisfacción. A su vez, esto se puede realizar gracias tanto a la flexibilidad como a la rapidez en la toma de decisiones de este tipo de empresas, ya que al recaer la función de vendedor, directivo y dueño en una misma persona o en un grupo reducido de personas muy cercanas y con una comunicación directa, se evita la burocracia para la toma de decisiones y acciones que sí se produce en otro tipo de empresas.
La ventaja de compartir una serie de valores, como pueden ser los relativos a las personas y sus relaciones, el trabajo y el dinero, genera un alto grado de confianza, factor indispensable en los negocios, ya que proporciona una serie de criterios fundamentales que van a ser respetados y que indican las prioridades y el modo de actuar esperado. Y es que detrás de toda EF, hay siempre un sistema de valores particular que configura la forma de ser y de hacer en la empresa y que se convierte en un elemento principal que contribuye a su continuidad y fortalecimiento.
Por último hay que destacar que la familia es quien está al servicio de la empresa y no al revés. La fuerza resulta de la adhesión voluntaria a un proyecto que sus miembros comparten y que les ilusiona, donde cada uno se prepara para aportar al mismo y favorecer su crecimiento, sabiendo siempre separar los ámbitos de la familia, la empresa y la propiedad, jugando en cada uno de ellos los roles que a cada uno corresponden. Aquí residen las claves de su éxito.
Autor: Iñigo Landeta.
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