por José Ricardo Gutiérrez Pérez
Los microcréditos son una variante del sistema prestamista tradicional que están destinados a llegar a los grupos más necesitados y sin recursos que no pueden acceder a la financiación. Esta nueva forma de concesión de créditos, que nació en la India en los años setenta, ha ido evolucionando paulatinamente de tal forma que actualmente hay distintas aplicaciones y variantes del modelo inicial. En este trabajo quiero centrarme en Muhammad Yunus, ganador del Premio Nobel de la Paz del 2006 por su proyecto de micro financiación, mejor conocido como padre de los microcréditos, un programa que no solamente ofrece bienes materiales (el préstamo de dinero), sino que también enseña al participante a conseguirlos y a elaborar la capacidad para salir adelante por sus propios medios. Uno de los temas que va de la mano con los microcréditos es la pobreza.
Desarrollo
¿Qué es un microcrédito?
Un microcrédito es un pequeño préstamo ofrecido a una persona sin recursos que no dispone de ningún aval o garantía de devolución, por un banco u otra institución financiera. Los clientes potenciales de las entidades que ofrecen microcréditos están normalmente bajo el umbral de pobreza; muchos son campesinos, artesanos, mujeres solteras, cabezas de familia, pensionistas, etc. Por lo tanto, no estamos hablando de un colectivo con estudios superiores que pretende levantar una gran empresa; se trata de personas, muchas de ellas analfabetas, que necesitan crear un negocio de autoempleo y que, por lo tanto, deben aprender a gestionar el crédito pedido para levantar su proyecto. El objetivo del microcrédito es hacer llegar una cierta suma de dinero, en las condiciones más favorables posibles, a pequeños emprendedores de los sectores sociales más desfavorecidos, de tal forma que éstos puedan financiar un proyecto de negocio que les revierta la suma necesaria para obtener autonomía financiara. Esta doble dimensión de los microcréditos hace que podamos situarlos dentro de la denominada economía social.
Retrocedemos en el tiempo para llegar a la idea que en su momento promovió la iniciativa micro crediticia. En 1973, en la ciudad Brasileña de Recife, un grupo de voluntarios de una asociación llamada Acción, se empezó a percatar del problema de desempleo que el éxodo rural estaba provocando, dando lugar al empleo precario e informal. Los trabajadores sobrevivían gracias a la economía sumergida y tenían acceso a la materia prima con la que trabajar a través de prestamistas usureros que cobraban tipos de interés de hasta el 10 por ciento diarios. A su vez, mientras en Brasil se empezaba a analizar la problemática, Muhammad Yunus, en Bangladesh, tenía en mente la siguiente pregunta: ¿qué pasaría si los empresarios arruinados pudiesen acceder a préstamos normales con tipos de interés razonables? Esta idea inicial fue el detonante de lo que ahora conocemos como microcréditos, y fue entonces cuando se empezaron a otorgar pequeños préstamos en condiciones financieras no abusivas. De esta forma, es a partir de este momento que podemos hablar de microcréditos, “microempresas” que originarían un tejido empresarial de paulatina y creciente consolidación. El sistema mico crediticio se impuso fácilmente como sistema útil capaz de rescatar a los más desfavorecidos de la marginalidad y el empleo precario; sin embargo, cada proyecto debía adaptarse a las distintas circunstancias del contexto social. En 1976, Yunus fundó el banco Grameen para conceder préstamos a los más necesitados en Bangladesh. Para asegurarse de la devolución de los créditos, el banco empezó a utilizar un sistema de “grupos de solidaridad”, es decir, pequeños grupos, informales que solicitan préstamos en conjunto y cuyos miembros actúan para garantizar la devolución del préstamo y se apoyan los unos a los otros en el esfuerzo de mejorar económicamente. Varias fueron las adaptaciones de este sistema; un ejemplo de ello lo constituye la Fundación Internacional para Asistencia Comunitaria (FINCA), que se erige como pionera del modelo de banca rural, que se construye alrededor de la metodología del Grameen (asociación de Yunus) que concede créditos en áreas rurales totalmente olvidadas por el sistema bancario tradicional. Sin embargo, el sistema de microcréditos mostró, al poco tiempo, síntomas de agotamiento debido a la ausencia de una fuente de capital amplia con qué poder financiar los distintos préstamos. Por ello, en el caso latinoamericano, los prestamistas de Acción se lanzaron al mercado internacional dispuestos a conseguir fondos de garantía, dando lugar a Banco Sol que, bajo la protección de Acción, se constituyó como el primer y mayor banco latinoamericano destinado a las micro finanzas. Bajo la supervisión de Acción, en 1992 también se fundó Banco Solidario S.A. que, en tan sólo 6 años de continuo y sostenido crecimiento, multiplicó el número de prestatarios por cuatro. Podemos imaginar que en esta región se constituyeron muchas más entidades financieras concesionarias de microcréditos, pero estas tres iniciativas que acabamos de mencionar, han sido las más exitosas e importantes de Latinoamérica.
Por otro lado, muchas de las iniciativas levantadas en los años ochenta, con el cambio de década empezaron a replantearse la necesidad de cambio en su gama de productos. En este sentido, tanto el Grameen Bank como Banco Sol aumentaron sus ofertas, promulgando nuevos proyectos: desde créditos individuales hasta la financiación de la vivienda, pasando por créditos para la inversión a largo plazo, cuentas bancarias, tarjetas, transferencias, seguros, etc. La primera oferta supuso un paso enorme que numerosos proyectos estudiarían detalladamente insistiendo en la vertiente individual del microcrédito, que para muchos auguraba un nuevo y prometedor futuro para los microcréditos. Un ejemplo de dicho estudio es el realizado por Dean Karlan, catedrático de la universidad de Yale, que experimentó sobre la vertiente del microcrédito individual con considerable éxito el año pasado. Sin embargo, una importante cantidad de entidades micro crediticias no se decidieron a confiar en el sistema individual, ya que con éste desaparecía toda posible garantía de devolución; iniciarse en un programa individual implicaría confiar plenamente en la buena voluntad de los prestatarios y no tener ningún tipo de garantías de devolución, más que su palabra.
Este fue el caso de Acción que, de la misma forma que Yunus, utilizando el sistema Bulak (nombre que se le da a la metodología seguida por el Grameen Bank), puso en marcha un sistema de préstamos a grupos compuestos de entre tres a diez miembros, para asegurar así la devolución del préstamo, de la que era responsable todo el grupo. Cada integrante del mismo recibía una cantidad de dinero adecuada a su proyecto, pero siempre en cantidades similares para evitar agravios de comparación. Para garantizar el reembolso se estableció un sistema de estímulo-penalización: si un grupo quería recibir más préstamos tenía que acreditar un buen historial en sus pagos de forma que, si uno de los miembros no pagaba, perjudicaba al resto debido a su incumplimiento.
Por otro lado, se erigió también en este período de tiempo, un modelo distinto, a medio camino entre el modelo grupal y el individual. El programa, llevado a cabo por la asociación FINCA, consistía en pequeños grupos de gente que creaban un fondo común de dinero, constituyendo su propio “banco”. Así, principalmente llevado a cabo en áreas rurales, los integrantes podían solicitar dinero del fondo común para la compra de bienes. Dicho método establece una fuerte presión de grupo, puesto que el dinero pertenece a los miembros desde el comienzo y éstos harán lo posible por hacer crecer el fondo común mediante los intereses, penalizando a cualquier individuo que no efectúe la devolución pertinente. Sin embargo, este sistema está completamente desvinculado de cualquier entidad financiera, depende exclusivamente de un grupo de personas que quiera poner una cantidad de dinero en común que crecerá con los intereses que pague cada miembro por el préstamo de una cierta cantidad de dinero y, por lo tanto, no lo podemos considerar dentro de las iniciativas de microcréditos.
A mediados de los años setenta, los primeros organismos que comenzaron a dar o organizar microcréditos fueron ONG’s, sostenidos a través de donaciones de filántropos de todo el mundo. A principios de la década de los ochenta, dichos organismos, comenzaron a darse cuenta de que el sistema de concesión de microcréditos podría ser sostenible, y empezaron a crear alianzas estratégicas con bancos locales para que éstos proporcionaran financiación, mientras ellos proporcionaban garantías. Los bancos, reticentes, no se involucraron en el sistema hasta el principio de la década de los noventa, cuando se empezaron a recoger los frutos de las iniciativas fundadas en los años setenta y el sistema empezaba a adoptar una forma de negocio rentable. Como ya hemos señalado anteriormente, el Grameen experimentó un enorme éxito que promulgó la creación de programas similares en gran cantidad de países, dentro de los cuales se incluyen los países desarrollados. Algunos de ellos emulan el énfasis de Yunus en que las prestatarias sean mujeres, que sufren de forma más pronunciada la pobreza y que, en buena medida, es más probable que devuelvan los préstamos por el sentido de responsabilidad para con su familia. De esta forma, actualmente, según el Banco Mundial, se estima que existen unas 7.000 instituciones micro financieras, sirviendo a unos 16 millones de clientes en el mundo. La Cumbre del Microcrédito en Nueva York, marcó el objetivo de llegar en 2005 a 100 millones de prestatarios de las familias más pobres del mundo.
Pese al escepticismo de muchos hacia la vertiente más comprometida con la pobreza del microcrédito, el 2005 fue proclamado Año Internacional del Microcrédito por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con el fin de reconocer la contribución de dicha herramienta financiera a la mitigación de la pobreza. Así, en diciembre de 2003, los Estados miembros aprobaron una serie de iniciativas que deberían llevarse a cabo durante este año. Durante el 2005, las Naciones Unidas se volcaron activamente en el seguimiento de las actividades relacionadas con los microcréditos. Así, el objetivo del Año 2005, como Año Internacional del Microcrédito, era el de fomentar el compromiso global hacia los microcréditos, y, por consiguiente, con los sectores financieros inclusivos. El Año como tal, no representa en absoluto un evento aislado, sino la cúspide de un proceso continúo de seguimiento para asegurar una micro financiación sostenible y la expansión de la misma. Así, finalmente, mediante un gran número de actividades y conferencias en el Marco Conceptual de la Estrategia Global para el Año Internacional del Microcrédito, las Naciones Unidas solidificaron el sistema financiero microcreditico a lo largo de un año consagrado específicamente a dicho sistema, profesando una gran confianza hacia su poder mitigador de la pobreza.
Ventajas
Uno de los beneficios más importantes de este tipo de créditos, es el enfoque regional, pues gran parte de ellos se distribuyen en las zonas rurales de más necesidad en el país. Además se caracterizan por ser ágiles, brindar facilidades en la gestión del crédito, y ser bastante flexibles en su trámite, dado que no hay que cumplir con tantos requisitos de formalidad.
Cuando alguien solicita un microcrédito lo hace porque tiene un negocio productivo que conoce perfectamente y en el que ha puesto todo su potencial.
Los microcrédito vinculan en primer lugar a los miembros de su familia porque son quienes le ayudan en el negocio y termina por generarles riqueza con el crecimiento de ingresos.
Desventajas
Tomar el microcrédito como una oportunidad crediticia para conseguir otros créditos a veces se convierte en un error caro.
La modalidad funciona así: la persona hace el préstamo, lo paga oportunamente, queda registrado con buen historial crediticio y utiliza esa información para solicitar otro microcrédito en dos entidades al mismo tiempo, incluso en más bancos, hasta llegar al punto de sobre endeudarse y no poder pagar.
Otra desventaja que surge es cuando el microcrédito se destina a un propósito contrario al principal. Algunas personas cuando cumplen con los requisitos para que les desembolsen el préstamo lo invierten en pagar deudas personales, cosa que no le generara utilidades solo se endeuda.
Conclusión
Esta modalidad de préstamo se está imponiendo con bastante autoridad y eficiencia entre quienes empiezan a madurar ideas de grandes y pequeños negocios. Necesitamos un sector financiero inclusivo que permita que las personas pobres y de bajos ingresos tengan acceso al crédito, seguros, remesas y opciones de ahorro de acuerdo con sus posibilidades. El microcrédito es un negocio rentable y una oportunidad para el desarrollo en cuanto contribuye a construir microempresas para generar empleo. Para mi Mohamed Yunus es el iniciador de una organización social, que no solo lucha por que les den un préstamo a los más necesitados si no busca minorar la pobreza
Autor José Ricardo Gutiérrez Pérez - richatoleoarrobalive.com - Universidad Valle de Grijalva.
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